¿DEBERÍA SER YO PASTOR? (1ª Timoteo 3)
“Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea.” 1ª Tim 3:1
Quienes anhelan el obispado deben tener un apremiante deseo, dado por el Espíritu, de ejercerlo. La palabra anhela viene de oregō, una palabra rara, que solo aparece aquí, en 1 Timoteo 6:10 y en Hebreos 11:16 en el Nuevo Testamento. Significa “extenderse tras” o “estirarse para asir algo”. El término no se refiere a motivos internos, sino que describe solamente la acción externa. Aquí describe a alguien que está dando pasos para llegar a ser obispo; desea viene de epithumeo, que significa “un apasionado impulso”, en este contexto para bien y no para mal. A diferencia de oregō, este verbo se refiere al sentimiento o deseo interior. Tomados en conjunto, los dos términos describen al hombre que externamente aspira al ministerio debido a que en su interior hay una pasión que lo conduce.
Algunos hombres buscan tener autoridad en la iglesia, porque las personas que ellos estiman los han animado a hacerlo. Otros lo anhelan porque han decidido que el ministerio es la mejor opción. Ellos aman al Señor y a su Iglesia, así que asisten a un instituto bíblico o seminario para prepararse para el servicio. Sin embargo, como no son impulsados por una pasión interior por el ministerio, esto puede convertirse simplemente en un ejercicio académico para ellos. Por otra parte, algunos tienen una gran pasión por el ministerio, pero les falta dominio propio y dedicación para las prioridades de la preparación. No pueden someter su vida a una disciplina que les permita entrar en el camino para lograr su deseo.
El hombre que ha sido de veras llamado al ministerio se caracteriza, tanto por una pasión interna que lo consume, como por una búsqueda de disciplina exterior. Para él, el ministerio no es la mejor opción; es la única opción. No hay otra cosa que pueda hacer con su vida que lo pueda satisfacer. Por consiguiente, trabaja con diligencia a fin de prepararse para ser competente para el servicio. Aunque algunos pueden recibir el llamado tardíamente en la vida, desde ese momento en adelante no harán otra cosa.
Como se ha observado, algunos buscan el obispado por motivos equivocados, como dinero, poder o prestigio. La verdadera motivación para anhelar el ministerio la describió Patrick Fairbairn: “La búsqueda que aquí se pretende debe ser la correcta, no la incitación de una ambición carnal, sino la aspiración de un corazón que ha experimentado la gracia de Dios, y que anhela ver a otros llegando a participar del regalo celestial”. (Pastoral Epistles [Epístolas pastorales] [Minneápolis: James & Klock, 1976], 136).