“Regocijaos en el Señor siempre. Otra
vez digo: ¡Regocijaos! Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El
Señor está cerca. Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras
peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la
paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y
vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo
honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen
nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” Filip. 4:4-8
¿En qué te
enfocas realmente? ¿Estás completamente envuelto en la parte más quebrantada de
tu vida o te concentras en aquella área que no está funcionando bien? Si no
tenemos cuidado, podemos obsesionarnos con un problema y olvidarnos de las
muchas cosas bellas que Dios está haciendo.
Hace unos años,
mi esposa y yo compramos un auto nuevo. Era muy silencioso y me encantaba
conducirlo. Pero un día una piedrita salió volando del pavimento y golpeó el
parabrisas, causando sólo un pequeño defecto. Pospuse el arreglo y poco a poco
ese pequeño orificio comenzó a agrandarse y en poco tiempo sólo pensaba en
ello. Cada vez que pensaba en mi hermoso auto nuevo, me obsesionaba con esa
ventana dañada que se ponía peor y peor por mi descuido.
Eso sucede en nuestras vidas a veces. Las cosas que
deben ser dádivas preciosas de Dios se oscurecen por una pequeña (o no tan
pequeña) molestia y comenzamos a murmurar, a quejarnos, a comparar. Y en lugar
de caminar en victoria y gratitud, somos consumidos por las partes rotas.
Pablo se está
refiriendo a esto aquí, instruyéndonos a practicar el vivir una vida vencedora
de gozo y acción de gracias, pensando y hablando de las cosas que son puras,
nobles y dignas. ¡El resultado glorioso es que el Dios de la paz estará con
nosotros!
GARY WILKERSON - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)