domingo, 7 de septiembre de 2014

EL ESPÍRITU SANTO 7 septiembre

EL ESPÍRITU SANTO –  JOHN OWEN



Cuando Dios planeó la gran obra de salvar pecadores, él proveyó dos dones. Él dio a su Hijo y él dio a su Espíritu. De hecho cada Persona de la Trinidad se involucró en esta gran obra de salvación. El amor, gracia y sabiduría del Padre la planeó; el amor, gracia y humildad del Hijo la compró; y el amor, gracia y poder del Espíritu Santo capacitó a los pecadores para creer y recibirla.

La primera gran verdad en esta obra de salvación es que Dios envió a su Hijo para tomar nuestra naturaleza en él y sufrir en ella por nosotros. La segunda grande verdad es que Dios dio a su Espíritu para traer a los pecadores a la fe en Cristo y así ser salvos.

Cuando el Señor Jesucristo estaba por dejar el mundo, el prometió enviar a su Espíritu Santo para estar con sus discípulos (Jn. 14:16-18, 25-27; 15:26; 16: 5-15). Aunque fue un gran privilegio el haber conocido a Cristo cuando vivió en la tierra, iba a ser uno mucho mas grande el conocerlo revelado a nuestros corazones por el Espíritu Santo (2 Co. 5:16)

Una gran obra del Espíritu Santo es de convencer a los pecadores que el evangelio que les es predicado es verdad y de Dios. Otra gran obra que él hace es de hacer santos a los que creen al evangelio. (2 Co. 3:18)

Si el Espíritu Santo no obra con el evangelio, entonces el evangelio viene a ser una letra muerta y el Nuevo Testamento viene a ser tan inútil para los Cristianos así como el Antiguo Testamento es para los Judíos (Is. 59:21). A consecuencia debemos darnos cuenta que todo el bien espiritual que surge de la salvación es revelado y dado a nosotros por el Espíritu Santo. Debemos también entender que todo lo que es hecho en nosotros y todo lo que somos capacitados para hacer que es santo y aceptable a Dios es por el Espíritu Santo obrando en nosotros y con nosotros. Sin él no podemos hacer nada (Jn. 15:5). Por el Espíritu Santo somos nacidos de nuevo, hechos santos y capacitados para agradar a Dios en cada obra buena. Es en vista de la grandeza de esta obra que la Escritura nos advierte que el único pecado que no puede ser perdonado es la blasfemia contra el Espíritu Santo (Mr. 3:28,29; Mt. 12:31, 32).

Por cuanto el ministerio del Espíritu Santo es traer a los pecadores a creer en la sangre de Cristo para perdón de pecados, si llevando esta obra acabo es menospreciado, rechazado y blasfemado, entonces no puede haber perdón de pecados y no hay salvación. Dios no tiene otro Hijo para ofrecerlo como otro sacrificio por el pecado. La persona que menosprecia el sacrificio de Cristo no tiene otro sacrificio al cual acudir (He. 10:27, 29; 1 Jn. 5:16). De la misma manera, Dios no tiene otro Espíritu que nos capacite a recibir ese sacrificio y ser salvos. Así que el que menosprecia y rechaza al Espíritu Santo no se le ha dado otro Espíritu que lo capacite a recibir a Cristo y ser salvo. Es entonces vital, pues, aprender sobre el Espíritu Santo y su obra. (CAPÍTULO 1: LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO)










TRADUCCIÓN