jueves, 7 de agosto de 2014

EL DISCÍPULO 7 agosto

EL DISCÍPULO – JUAN CARLOS ORTIZ






¿Qué es un discípulo? Un discípulo es uno que sigue a Jesucristo. Sin embargo, el hecho de ser cristiano no significa necesariamente que seamos discípulos aun cuando nos consideremos miembros de su Reino. Seguir a Cristo es reconocerle como Señor; es servirle como un esclavo sirve a su amo. El seguir a Cristo también tiene que ver con el amor y la alabanza. Es de esto lo que trata esta primera parte del libro.

EL “EVANGELIO SEGÚN LOS SANTOS EVANGÉLICOS”. ¿Por qué me llaman: Señor, Señor, y no hacen lo que yo digo? (Lucas 6:46) En nuestro idioma castellano ha surgido un interesante problema en torno a la palabra “Señor”. Al dirigirnos a alguien lo hacemos diciéndole: “señor Pérez, señor Fernández”, y también a Jesús lo llamamos Señor. Esta falta de distinción ha hecho que perdiéramos el verdadero concepto o significado de la palabra “Señor”. El hecho de que a Jesús lo llamemos “Señor” no despierta en nosotros ningún reconocimiento en cuanto al verdadero significado de esa palabra. Sin embargo, esto no sucede únicamente en los pueblos de habla hispana. Lo mismo ocurre con los de habla inglesa, aun cuando empleen dos palabras: mister y Lord; la primera la usan para las personas y la última para dirigirse a Jesús. Es posible que el concepto de Lord haya perdido su significado a causa del comportamiento poco encomiable
de los “lores” ingleses.

En la actualidad, la palabra Señor no tiene para nosotros el mismo significado que tuvo en los tiempos en que Jesús vivió sobre la faz de la tierra. Entonces esta palabra se usaba para referirse a la autoridad máxima, al primero, al que estaba por encima de los demás, al dueño de toda la creación. Los esclavos se dirigían a sus amos utilizando la palabra griega kurios (“señor”) escrita en minúscula. Pero si esta palabra estaba escrita en mayúscula, entonces se refería a una sola persona en todo el Imperio Romano. El César era el Señor. Más aún, toda vez que algún funcionario de estado o tal vez algún soldado se cruzaban por la calle tenían que saludarse diciendo: “¡César es el Señor!” Y la respuesta habitual era: “¡Sí, César es el Señor!” (PRIMERA PARTE)












TRADUCCIÓN