R. A. TORREY - EL ESPÍRITU SANTO
Rubén Archey Torrey (1856-1928) fue tanto un evangelista como un erudito bíblico. Estuvo asociado por largo tiempo con D.L. Moody y alcanzó la mayor prominencia durante los viajes internacionales de predicación que realizó al Reino Unido, China, Japón, Australia, Nueva Zelandia, India y Alemania en 1902 y 1921. Se ha dicho que su predicación en Gales en 1902, fue una de las causas del avivamiento que ocurrió allí a partir de ese año. Fue el primer superintendente del Instituto Bíblico Moody, y escribió numerosos devocionales y libros de teología.
La carrera de evangelista del Dr. Torrey produjo un despertar espiritual. En reuniones de avivamiento en las que lo acompañaba el popular cantante de música cristiana Charles W. Alexander, Torrey llenaba los auditorios con su magnetismo personal, su pasión y su seriedad. Hablando de su propio ministerio dijo el Dr. Torrey: “Un momento crucial y que produjo un gran cambio en mi vida fue cuando, tras mucha reflexión, estudio y meditación, llegué a la conclusión de que el bautismo en el Espíritu Santo es para mí en el día de hoy, y tomé la determinación de tenerlo.
Se habla mucho en estos días sobre el bautismo en el Espíritu Santo, pero me temo que muchos lo piden en oración y hablan de él sin tener una idea clara y definida de lo que es. Si estudiamos la Biblia cuidadosamente encontraremos un panorama perfectamente claro y notablemente definido de lo que es esta maravillosa bendición.”
DÍA 1
“Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo, sean con todos ustedes.” 2 Corintios 13:14
Es imposible comprender la obra del Espíritu Santo, o establecer una correcta relación con Él, sin llegar a conocerlo primero como una persona. Una de las causas o razones más comunes de conceptos erróneos, de entusiasmo dañino, falso fuego y fanatismo en la discusión de este tema, es el hecho de tratar de conocer la obra del Espíritu Santo antes de conocerlo a Él mismo.
Desde el punto de vista de la adoración la doctrina de la personalidad del Espíritu Santo es de suprema importancia. Si se le considera tan solo una influencia o un poder impersonal, como es el caso de muchos, le robamos la adoración y el amor que le debemos. Somos culpables de robar también la fe, la confianza, la sumisión y la obediencia que Él merece y que nosotros debemos darle. Hago aquí una pausa para preguntarle: “¿Adora usted al Espíritu Santo”? una cosa es conocerlo teóricamente en la “Doxología”: “A Dios el Padre Celestial, al Hijo nuestro Salvador, y al Eternal Consolador, unidos todos alabad” pero es otra muy diferente darse cuenta del significado y la fuerza de estas palabras.
Desde un punto de vista práctico es de suprema importancia que conozcamos al Espíritu Santo como persona. Si piensa que el Espíritu es meramente una influencia o un poder, entonces su actitud será: “¿Cómo puedo obtener más de Él? Pero si lo considera bíblicamente, como una persona de majestad y gloria divina, su pensamiento será: “¿Cómo puede tenerme el Espíritu Santo y utilizarme? ¿Cómo puede tener Él más de mí?”
Si piensa en Él como una influencia que debe tener, y cree que lo ha recibido, el resultado inevitable será que irá por ahí presumiendo y fanfarroneando como si perteneciera a una clase superior de cristianos, hoy en día vemos muchos de ellos. Si considera al Espíritu como una persona divina, de infinita majestad quien viene a habitar en nuestros corazones, tomar posesión de nosotros y utilizarnos según su voluntad, ello lo llevará a ser humilde. Ninguna otra de las grandes verdades bíblicas lo pone a uno en el polvo y lo mantiene allí, como lo hace esta gran verdad.
ORACIÓN. Padre Celestial, abre mis ojos para ver al Espíritu Santo como una persona tan real como tu Hijo Jesús. Muéstrame lo que haya malentendido con respeto a tu Espíritu Santo. No hay nada que desee más que conocerlo tal como Él es. Amén.
R. A. TORREY (Devocional diario “EL ESPÍRITU SANTO”)