GEORGE MÜLLER - LA FE
George Müller (1805 – 1898) ha sido llamado el “apóstol de la fe”, y su vida y la forma como Dios trató con él se describen como “una vida de confianza en Dios.” Invirtió más de setenta años de su larga vida en un esfuerzo grande y persistente por proclamar a Cristo y glorificar su Nombre entre los hombres y las mujeres de su generación. Esta fue la pasión suprema que puso fuego en su corazón. Llegó a ser considerado la persona más poderosa de su época -espiritualmente hablando-. Un hombre completamente dedicado a Dios cuyo ejemplo de fe y oración permanecerá para siempre como una de las más brillantes posesiones de la iglesia en la tierra.
Aunque fue confirmado en la iglesia a la edad de catorce años, Müller creció sin un concepto real y definido de Dios. Cuando llegó a los dieciséis cayó en la cárcel por vagabundo y ladrón. A los veinte entró en contacto con un grupo de personas que se reunía regularmente para orar y estudiar la Biblia. El testimonio de estas personas lo llevó a un punto crucial en su vida. Recibió a Jesús y se hizo miembro de la familia de Dios.
En 1834 Müller formó “the Scriptural Knowledge Institution for Home and Abroad” (la institución del conocimiento bíblico, para el país y el exterior) para estimular la educación “con base en principios bíblicos”, para la distribución de la Biblia y a su vez ayudar en la obra misionera. El ministerio más grande como resultado de este trabajo fue la cantidad de orfanatos que construyó y mantuvo en funcionamiento en Ashley Down, en Bristol, Inglaterra. Abrió el primero de ellos con capacidad para treinta niños en Abril de 1836. Desde el comienzo rehusó recibir un salario regular por su trabajo, durante el resto de su vida se negó hacer solicitudes de ayuda financiera para él o para sus proyectos filantrópicos, aunque a veces llegó a estar sin un centavo. Müller recibió durante los siguientes setenta y tres años casi un millón y medio de libras esterlinas en respuesta a la oración. En sus numerosos albergues infantiles llegó a tener bajo su responsabilidad el cuidado de diez mil niños.
George Müller aprendió el secreto de acercarse confiadamente al trono de Dios a recibir la provisión para todas sus necesidades. Al conocer a Dios personalmente se dio cuenta de que la insignificante provisión humana es ínfima comparada con las reservas de la gracia de Dios a las cuales él tuvo acceso por la fe. Aprendió a no atar a Dios por las limitaciones de su propia fe, y durante setenta y tres años jamás encontró el trono de Dios vacío, ni que la provisión divina se hubiera agotado. Pidió constantemente sabiendo que el Dios que escucha también puede responder.
DÍA 1
“No temas, cree solamente” (Marcos 5:36 RVR)
A medida que somos capaces de confiar en Dios y afirmamos en nuestro corazón la creencia de que Él puede y está dispuesto a ayudar a todos los que confían en Jesús para salvación, y en todos los demás asuntos que son para la gloria divina y para el bienestar humano, en esa misma medida tenemos calma y paz en nuestros corazones.
Perdemos nuestra paz y estamos en problemas cuando en la práctica permitimos que la fe en su poder y en su amor se vaya. Recuerde que el tiempo apropiado para que la fe obre es cuando cesa de obrar la vista. Mientras más grandes sean las dificultades, más fácil se hace para la fe. Mientras subsistan ciertas expectativas de ayuda humana, la fe no actuará con la facilidad con que lo hace cuando fallan todas las perspectivas.
Todos los hijos de Dios, sin importar su posición en el mundo o en la iglesia, deben poner su confianza en Dios para todo lo relacionado con su cuerpo, su alma, sus negocios, su familia, su posición en la iglesia, su servicio a Dios, etc. Y es imposible, al hacerlo, no disfrutar de la bendición resultante. El primer resultado es la paz de Dios que guarda nuestros corazones y nuestras mentes como si fueran una guarnición militar, y el segundo es una verdadera libertad en la relación con las circunstancias, los tiempos, los lugares y las personas.
La fe se remonta por encima de las circunstancias. Ni la guerra, ni el fuego, ni el agua, ni el pánico empresarial, ni la pérdida de los amigos, ni la muerte, la pueden afectar. Ella sigue firme su curso, triunfa sobra todas las dificultades. Y en las grandes dificultades opera más fácilmente. Los que confían de veras en Dios porque conocen el poder de su brazo y el amor de su corazón demostrados en la muerte y resurrección de su Hijo unigénito, reciben ayuda no importa cuán grandes sean sus pruebas y dificultades.
ORACIÓN. Padre Celestial, ayúdame para que mi fe se levante hoy por encima de las circunstancias. No importa lo que venga a mi vida, confío en el poder de la resurrección de tu Hijo y lo veo sentado a tu diestra. Fortaléceme para que yo me mantenga firme en tu inmutable amor. Amén.
GEORGE MÜLLER - (Devocional diario “FE”)