SIGUIENDO A CRISTO – R. C. SPROUL
Por favor, ¿quiere ponerse
de pie el Jesús verdadero? Hay tantos retratos de Jesús en las galerías del
mundo que parece no haber esperanza de despejar la confusión sobre quién es
Cristo. Tantas son las imágenes incompatibles que se ofrecen de Cristo que
algunos han abandonado en desesperación el esfuerzo por lograr un cuadro exacto
de su verdadera identidad.
Necesitamos a Cristo. Necesitamos al Cristo real. Pues, sencillamente, no nos sirve un Cristo nacido de una vana especulación o fraguado para encajarlo en algún molde filosófico. Un Cristo "artificial", un Cristo de componendas no puede redimir a nadie. Un Cristo aguado, despojado de poder, degradado de Su gloria, reducido a un símbolo o a la impotencia por la cirugía de la erudición académica no es Cristo, sino el anticristo.
El "anti" de
anticristo puede interpretarse como los prefijos "en contra de" o
"en lugar de". Hay una diferencia en el lenguaje; mas en la vida esa
es una distinción sin diferencia, porque suplantar con un retrato al Jesús verdadero
es obrar contra Cristo. Cambiar o alterar al Cristo real es oponérsele con un
Cristo falso.
Jamás hubo en la historia otra persona que haya provocado tanto
estudio, críticas, prejuicios o devoción como Jesús de Nazaret. La influencia titánica
de este hombre lo hace blanco principal de los flechazos de la crítica y objeto
preferido de revisión, según el prejuicio del intérprete. El Jesús histórico ha
sufrido el destino de una figura de cera. Su retrato ha sido modificado y
ajustado a la fantasía de aquellos que procuran sumarlo a su bando y hacer de
Él un aliado en una hueste de causas militantes, muchas de las cuales se
excluyen mutuamente. Jesús puede ser transformado en un camaleón en el laboratorio
del teólogo. La piel le cambia de color para ajustarse al trasfondo que pinta
el teólogo. Se han hecho rigurosos intentos académicos para descubrir al Jesús
histórico "real" que está tras Su retrato neotestamentario. Estos intentos
de penetrar el muro de la historia, de fisgonear tras el velo del testimonio
apostólico primitivo, nos enseñan mucho sobre el prejuicio de los académicos,
pero añaden poco o nada a nuestra comprensión del Jesús real. Los académicos han
descubierto tras el velo, un espejo que refleja sus propios prejuicios a un
Jesús creado a la propia imagen de ellos. (¿QUIÉN
ES JESÚS? 1 PARTE)