La palabra de Dios es nuestra única norma moral, fe y conducta. Nuestro Señor Jesucristo nos insta a estar siempre preparados, conscientes que somos peregrinos y extranjeros a la vez que llevamos a cabo “la gran comisión” que nos fue encomendada. Y esto, en el poder del Espíritu Santo, mientras él nos llama a sus moradas eternas o viene por Su iglesia.
Vivir concentrados en servicio a nuestro Dios ha de ser la prioridad ya que como hijos amados sabemos que nuestras circunstancias están en las manos del Todopoderoso.
"Y oiréis guerras, y rumores de guerras; mirad que no os turbéis; porque es necesario que todo esto acontezca; mas aún no es el fin" (Mateo 24:6)
Vivir concentrados en servicio a nuestro Dios ha de ser la prioridad ya que como hijos amados sabemos que nuestras circunstancias están en las manos del Todopoderoso.
"Y oiréis guerras, y rumores de guerras; mirad que no os turbéis; porque es necesario que todo esto acontezca; mas aún no es el fin" (Mateo 24:6)
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