“Él mismo llevó nuestros pecados en su
cuerpo sobre el madero a fin de que nosotros, habiendo muerto para los pecados,
vivamos para la justicia. Por sus heridas ustedes han sido sanados.” 1ª Pedro
2:24 (Leer Hebreos
9:23-28)
Eran los
tenebrosos días de la Segunda Guerra Mundial. Wayne y Red estaban en un mismo
pelotón de las fuerza aliadas, Wayne se ofreció como guía del grupo en
territorio enemigo y Red lo respaldaba en sus decisiones.
Ambos guiaron a
sus hombres en medio de terribles batallas, hasta que llegaron a la famosa
línea Sigfrido, la cual era un sistema de defensa alemán a lo largo de 630 Km ., que consistía en
más de 18.000 búnkeres, túneles y trampas para tanques.
Cuando
intentaron cruzar esta línea defensiva, una granada explotó justamente al
frente de donde corrían; Wayne quien iba al frente de sus hombres resultó
herido por la explosión. Al ver Red que su amigo Wayne no podría seguir, se
detuvo y lo cargó trayéndole de vuelta a un terreno seguro, protegiéndolo con
su cuerpo del despiadado fuego enemigo.
Segundos después de poner a salvo a su amigo, Red recibió una bala que
le hizo perder la vida. Wayne logró sobrevivir y en sus memorias escribió las
siguientes líneas en referencia a su amigo Red: “Nunca nadie me valoró tanto”.
De cierta forma también podemos decir que Jesús
“recibió la bala” que iba dirigida a nosotros. Todos nacimos en pecado y por
consiguiente la paga de éste es la muerte (Romanos 6:23). Sin embargo, debido a
su gran amor Dios envió a su Hijo Jesucristo, pagando la pena que había sobre
nosotros, muriendo en la cruz (1ª Pedro 3:18). Debido a éste sacrificio y
posterior resurrección tenemos acceso al perdón de Dios, disfrutamos de Su
presencia y esperamos el gozo venidero de la vida eterna.
1. Nunca nadie te ha valorado tanto hasta
llegar al punto de morir por ti con el fin de salvarte, pon tu fe en Jesús y
síguelo.
2. Para darte un lugar en el cielo, Jesús
ocupó tu lugar en la cruz.
HG/MD – (DEVOCIONAL DIARIO “MI DEVOCIONAL”)