“Esposos, amen a sus esposas, así como
Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella.” Efesios 5:25
Debo admitir
que me costó creer la historia de Ahmed Mohamed Dhore, quien a los 112 años,
llegó a "realizar su sueño" de casarse con una joven de 17 años. Él
afirma no haberla forzado, sino haber usado su experiencia para convencerla de
su amor por ella.
La familia de
la joven bendijo la unión, al igual que los 18 hijos de Dhore y sus dos esposas
vivas (de un total de cinco).
Y la historia
continúa. Dhore dice que hacía años deseaba casarse con la joven, pero que
esperó pacientemente a que ella creciera antes de proponerle matrimonio. Debo
mencionar que desde que el gobierno de Somalia cayó en 1991, la ley religiosa
Sharia, que permite la poligamia a los hombres y el matrimonio desde la
pubertad a las niñas, está en efecto en muchos lugares.
Así que esa es
la historia, con excepción del hecho que, después de la boda, Dhore dijo:
"Dios me ayudó a realizar mi sueño".
Es ese
comentario el que más me molesta de esta historia. Me resulta difícil creer que
mi Dios apruebe tal unión. No veo absolutamente nada en la forma de pensar de
Dhore que me haga creer que él va a amar a su esposa como Cristo amó a la
iglesia. No veo que él desee sacrificarse a sí mismo por su felicidad o por su
bien.
Por supuesto
que el dios de Dhore no es mi Dios, y no importa lo que los pensadores libres
de este mundo puedan decir: todos los dioses no son iguales.
Cuando miro a
mi Salvador, veo a alguien que fue único. En Jesús yo veo al Hijo de Dios que
dio y siguió dando mucho más. De la cuna a la cruz Jesús se dio a sí mismo, y
tanto usted como yo, y todos los que creen en Él, seremos perdonados y salvos.
Pero esa no es
la única diferencia.
Aun cuando le
deseo a Dhore y a su más reciente esposa una vida pacífica... doy gracias por
mi bendito Salvador, cuyo sacrificio me ha dado una religión en la cual no hay
judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos somos uno
solo en Cristo Jesús (Gálatas 3:28).
Ese mundo es
parte del sueño del Dios Trino, cuyo sueño es por el que estoy muy agradecido y
cuya causa orgullosamente proclamo.
ORACIÓN. Amado Jesús, te doy gracias por tu
sacrificio, muerte y resurrección que libera a los hombres y mujeres de sus
pecados. Ayúdame a compartir con los demás las maravillas que has hecho por
nosotros. En tu nombre. Amén.
PARA EL CAMINO – (DEVOCIONAL “ALIMENTO DIARIO”)