“¡Los que temen al Señor, confíen en el Señor! Él es su ayuda y su escudo.” Salmos 115:11
(Leer: Salmos 115:1-11)
Durante muchos
años, las casas encuestadoras han hecho estudios con respecto a nuestras
creencias religiosas, y dentro de las poblaciones más estudiadas está la
estadounidense. Los estudios de Gallup demostraban que en el año 1947, el 93%
de la gente profesaba creer en Dios y de ellos el 73% creía que existía una
vida después de la muerte, el 90% oraba y asistía con frecuencia a algún tipo
de iglesia.
En el 2016, los
resultados de esa misma casa encuestadora, demostró que el porcentaje de
personas que decía tener fe en Dios había bajado a un 89%.*
Si bien es
cierto que el porcentaje ha bajado, lo que más nos debería preocupar, es la
clase de fe que este 89% de personas dice profesar. Por ejemplo, algunos ven a
Dios como a un “santa Claus celestial” que tiene el único propósito de premiar
nuestras “buenas acciones”, o como un “relojero desinteresado”, el cual puso al
mundo en movimiento y luego se olvidó de él”, como el “seguro de vida” que
compramos tan sólo por si acaso las cosas no marchan como deberían, o de quien
sólo nos acordamos cuando el dolor y la enfermedad tocan nuestra puerta.
Si realmente creemos
en Dios, entonces entendemos que la Biblia es nuestra guía para llegar a
conocerlo y comprender su voluntad para nuestras vidas en estos tiempos. Le
conocemos como el Creador de todo lo que vemos y lo que no (Col. 1:15-17), como
el Santo al cual debemos imitar y servir con reverencia (Efe. 4:22-25), el Dios
todopoderoso, infinito, sabio y sobre todo generoso, que desea que tengamos una
relación cercana y creciente con Él. (Heb. 12:1-3), y que aborrece el pecado y
al mismo tiempo está dispuesto a perdonarnos mediante su sacrificio perfecto en
la cruz (Juan 3:16). Ese mismo Dios hecho hombre: Jesús, quien le indicó a sus
discípulos lo que debían hacer, ni más ni menos que tomar su cruz y seguirle
(Mateo 10:34-39).
2. Si no ponemos nuestra fe en el Dios de
la Biblia, la ponemos en el objeto equivocado.
MD/HG -
(DEVOCIONAL DIARIO “MI DEVOCIONAL”)