“… En las obras
de tus manos me gozo.” Salmo 92:4 (Leer: Salmo 92:1-15)
Estoy acercándome rápidamente a una nueva temporada: el
«invierno» de la tercera edad; pero todavía no he llegado. Aunque los años
pasan volando y, a veces, me gustaría frenarlos, tengo un gozo que me sostiene.
Cada día es una nueva jornada que el Señor me da. Con el salmista, puedo decir:
«Bueno es alabarte, oh Señor […]; anunciar por la mañana tu misericordia, y tu
fidelidad cada noche» (Salmo 92:1-2).
Aunque tengo luchas en mi vida, y el dolor y las
dificultades de otras personas a veces me abruman, Dios permite que me una al
salmista, gozándome «en las obras de [sus] manos» (v. 4). Gozo por las
bendiciones recibidas: familia, amigos y trabajo que satisface. Gozo por la maravillosa creación de Dios y
por su Palabra inspirada. Gozo porque Jesús nos amó tanto que murió por
nuestros pecados. Y gozo porque nos dio su Espíritu, la fuente del gozo
verdadero (Romanos 15:13). El Señor es la razón de que todo creyente «florecerá
como la palmera» y «aun en la vejez [fructificará]» (Salmo 92:12, 14).
¿Qué fruto es ese? Independientemente de las
circunstancias o las etapas de la vida, podemos ser ejemplos de su amor con la
vida que llevamos y las palabras que decimos. Hay gozo en conocer al Señor, en
vivir para Él y en testificar a otros de su Persona.
Señor, gracias por el gozo en el Espíritu.
Dios es el que da gozo.
(La Biblia en
un año: Éxodo 19–20 — Mateo 18:21-35)
ALYSON KIEDA - (DEVOCIONAL “NUESTRO PAN DIARIO")