"Imiten al Hijo del Hombre, que no vino para
ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos."
Mateo 20:28
Richard
Phillips es un marinero mercante estadounidense y autor que sirvió como capitán
de la motonave Maersk Alabama durante su secuestro por piratas somalíes en
abril de 2009.
La noticia del
rescate del Capitán Phillips circuló como dinamita por todas las agencias de
noticias del mundo. Cuando los cristianos que escucharon que había sido rescatado de la muerte en las
últimas horas del Domingo de Resurrección, pensaron que no podría haber
sucedido en un momento más apropiado.
Durante muchos
días el mundo había estado esperando ver lo que pasaría con el Capitán que
había estado dispuesto a ofrecerse a sí mismo a cambio de su tripulación. ¿Lo
matarían, sería rescatado, o acaso los piratas lograrían llevarlo a un lugar
donde nunca más se lo podría encontrar? Estas eran las preguntas que más
preocupaban, y las que motivaron innumerables oraciones de también innumerables
cristianos por todo el mundo.
Pero entonces, en el mismo día en que Jesús
resucitó de la muerte, el Capitán Phillips fue rescatado de lo que
había parecido ser una muerte segura. Sin embargo, hay una diferencia entre el
rescate del Capitán Phillips y el rescate que el Salvador hizo de la
humanidad... una gran diferencia.
El Capitán fue
rescatado gracias a la gran destreza y puntería de los Navy Seals. Pero, por más que admiro y aplaudo la puntería
de estos hombres, su trabajo ni se compara con lo que hizo el Salvador.
Jesús vivió
toda su vida cumpliendo los Mandamientos de su Padre y resistiendo a diario las
tentaciones de Satanás, hasta que, en la cruz del Calvario, se dio a sí mismo a
cambio de nosotros. Jesús no disparó ninguna bala para salvarnos; todo lo
contrario, él recibió la bala que el pecado, la muerte y el diablo habían
dirigido a nosotros.
Es por eso que,
si bien estoy agradecido por el rescate del Capitán Phillips, mucho más agradecido
estoy por el Salvador que ha rescatado a los pecadores.
ORACIÓN: Querido Señor Jesús, gracias por haber
recibido la bala de la muerte que me correspondía. Gracias porque a través de
tu vida, muerte, y resurrección, he sido perdonado y rescatado. Que mi vida
muestre siempre mi gratitud por todo lo que hiciste por mí. En tu nombre. Amén.
CRISTO PARA TODAS LAS N. - (DEV. “ALIMENTO DIARIO”)