La Palabra de
Dios revela cómo es que Dios nos libra de la búsqueda del pecado en nuestras
vidas.
“Como todas las cosas que pertenecen a
la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el
conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de
las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser
participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay
en el mundo a causa de la concupiscencia” (2ª Pedro 1:3-4).
¡Que
maravillosa y libertadora verdad! Dios viene a nosotros, en nuestra engañada y
atada condición con poderosas promesas de liberación entera y completa. Él
dice: “Yo me comprometo a liberarte y guardarte del pecado y te daré un corazón
para obedecerme. ¡Ahora, permite que mis promesas te sostengan!”
Cuando ponemos
nuestra confianza en las promesas de Dios, somos llevados lejos de nuestros
pecados. Piensa en esto por un momento. Pedro está diciendo que los creyentes a
quienes se dirige en esta epístola han “huido de la corrupción que hay en el
mundo”. ¡Estos cristianos escaparon del
pecado porque recibieron poder divino; vida y santidad a través de su fe en
las promesas de Dios!
Amado, tu padre
quiere que conozcas la plenitud del gozo en Cristo. Permite que el Espíritu
Santo entre en lo profundo de tu ser y quite todo lo que no es de Cristo.
¡Entonces el gozo brotará!
Ora al Señor
ahora mismo: “¡Oh Padre!, estoy de acuerdo contigo respecto a mi pecado. El
hedor de mi transigencia ha llegado al cielo, ¡y yo sé que debe irse
inmediatamente! Recibo tu amoroso y divino ultimátum; y rindo todo ante ti.
Quema todo lo malo en mí y haz que tus promesas tomen dominio de mi corazón”.
DAVID WILKERSON - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)