“Y me ha dicho: “Bástate mi gracia, porque mi poder
se perfecciona en la debilidad”. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien
en mis debilidades, para que habite en mí el poder de Cristo.” 2ª Corintios 12:9
(Leer: 2ª Timoteo 4:1-8)
Desde que era
niño, un buen amigo soñaba con obtener el cinturón negro en karate. Cuando
empezaba su adolescencia logró entrar a un gimnasio. Por muchos años, entrenó;
sin embargo, a dos cinturones de distancia del objetivo, abandonó.
Hubo dos
razones:
* Su profesor cambió la metodología a
mitad del proceso de entrenamiento,
* Empezó a estar tan ocupado, con los
estudios y las chicas, que no podía dedicar el tiempo necesario para
entrenarse.
Así como mi
amigo, muchas veces me frustro, pues cada vez hay más y más personas y
actividades que compiten por mi tiempo, y me preocupa pensar que Dios quiere
que sea persistente en todos los aspectos de la vida, en especial el servicio
para Él.
Cuando el
apóstol Pablo escribió sobre el final de su vida, no se sintió frustrado por no
haber cumplido con algunas facetas de su ministerio. En esta última despedida
(2ª Timoteo 4:7), el apóstol empleó palabras sumamente ilustrativas para
describir la manera de acabar su servicio para Cristo. Describió su vida y su
ministerio comparándolos con una batalla: “He peleado la buena batalla”. Esa batalla era buena porque había
participado en ella a favor de Dios y del evangelio. Luego, como un
paralelismo de su ministerio, utilizó la ilustración de una carrera: “He
acabado la carrera, he guardado la fe”. Pablo declaró que por la gracia de
Dios, había acabado todo lo que el Señor le había permitido hacer, pues él
mismo reconoció, que Dios le había “dado un aguijón en la carne” (2ª Cor. 12:7)
para que no se enalteciera y finalmente le dijo: “Bástate mi gracia, porque mi
poder se perfecciona en la debilidad.” (2ª Cor. 12:9).
1. Como discípulos(as) de Jesús,
esforcémonos por perseverar en nuestro servicio para Cristo y quienes nos
rodean. Si no logramos alcanzar alguno de los objetivos por el que hemos
luchado, no debemos frustrarnos, ya que Dios está en control de todas las
cosas.
2. Corre la carrera de la vida con la
vista puesta en la eternidad. (Col. 3:1-4)
MD/HG -
(DEVOCIONAL DIARIO “MI DEVOCIONAL”)