domingo, 12 de noviembre de 2017

Recurre a la fuente de poder 12 noviembre





“Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu” Efesios 3:14-16


¿Te ves como un discípulo de Cristo? "Yo no", quizá contestes. "Hace demasiado frío para usar sandalias. El olor a pescado me da nauseas. Y usar una bata todo el día no está de moda por aquí".

Sepas o no lo sepas, si has decidido seguir a Cristo, ya eres un discípulo, pero de la época moderna. No tiene nada que ver con usar sandalias o una bata. Tiene que ver con dejar que Dios obre en ti y por medio de ti tal como lo ha hecho en sus discípulos y por medio de ellos desde hace 2.000 años. Hay mucho que aprender acerca de ser un discípulo de Cristo. ¿Cuál es la primera lección? Es descubrir exactamente cómo obra Dios en ti por medio de su Espíritu.

Cuando fuiste salvo, el Espíritu de Dios entró en tu vida (fíjate en Romanos 8:9 y 1ª Corintios 3:16). ¿Cómo puede ser? Puede ser porque el Espíritu Santo es Dios, es omnipresente. Esto significa que está en todas partes al mismo tiempo. Pero que esté en todas partes no es sencillamente como tener un restaurante de McDonald's en cada esquina. Dios viene y vive dentro de ti y de todos los demás cristianos alrededor del mundo al mismo tiempo.

Y es por medio del Espíritu Santo viviendo en nosotros que Dios transforma nuestra vida.

-Nos enseña cómo entender la Biblia (ver Juan 14:26).

-Nos da valentía y las palabras que necesitamos para compartir a Cristo con los demás (ver Hechos 1:8).

-Va formando en nosotros las cualidades que nos hacen triunfar en nuestra relación con Dios y nuestro prójimo. Estas cualidades –amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio– son señales tan patentes de la obra del Espíritu que la Biblia las llama "El fruto del Espíritu" (ver Gálatas 5:22-23).

Entonces, ¿te sentirás distinto cuando estás lleno del Espíritu de Dios? No necesariamente. Ser lleno del Espíritu no se trata tanto de sentimientos como de hechos concretos. Dios te llena porque prometió en su Palabra que lo haría. ¡Ese es un hecho concreto! Los sentimientos van y vienen. Las señales más grandes de que Dios controla tu vida son el poder y el fruto del Espíritu que tienes. Y puedes estar seguro de esto: A medida que Dios te hace más fuerte por medio de su Espíritu en tu ser interior, tendrás el poder que necesitas para vivir tu fe cristiana en el Espíritu de Dios.



JOSH MCDOWELL - (DEV. "VIDA NUEVA PARA EL MUNDO")









TRADUCCIÓN