“Él nos ha mandado a predicar al pueblo y a
testificar que él es el que Dios ha puesto como Juez de los vivos y de los
muertos.” Hechos 10:42 (Leer: Hechos
17:22-31)
Jesús es
ineludible, ya sea que le aceptemos como nuestro amante Salvador o bien
comparezcamos ante Él en la vida venidera para el juicio eterno, no lo podemos
ignorar.
Se cuenta la
historia de un médico, que se propuso como meta de vida ir en contra de todo lo
referente a la religión, y que aprovechaba cualquier oportunidad para burlarse
del carácter y la dignidad del Señor. Sentía tanto desprecio por Jesús, que
siempre que hablaba lo hacía despectivamente y se refería a Él como el “hijo
del carpintero”.
Luego de
algunos años, el doctor se enfermó de gravedad. Semanas antes de su muerte se
agitó mucho y le comentó a la enfermera que lo atendía: “Me estoy muriendo, y lo que más me afecta de todo es que debo ser
juzgado por el hijo del carpintero.”
Este médico
enfrentaba el dilema de todas las personas que intencionalmente rechazan a
Cristo, ¿será cierto lo que dijo Jesús?, ¿y si hubiera confiado en Él como
Señor y Salvador? ¿Habría encontrado la paz?
1. Y tú, ¿cómo has hecho con el mensaje
de Jesús? Aquel a quien llamaban el hijo del Carpintero, es Dios mismo, el
Verbo hecho carne. Hoy puedes empezar a
confiar en Él, recibir salvación y ser salvo de la condenación (Juan 3:17)
2. Esta es una decisión que todos debemos
hacer. ¿Aceptarás a Jesús o lo rechazarás? Ambas decisiones tienen
consecuencias eternas.
MD/HG -
(DEV. PROVERBIOS: “SABIDURÍA DIVINA PARA LA VIDA DIARIA”)