“Cerca de las tres de la tarde, Jesús clamó a gran voz.
Decía: «Elí, Elí, ¿lama sabactani?», es decir, 'Dios mío, Dios mío, ¿por
qué me has desamparado?'” Mateo 27:46
Dios siempre debe darle la espalda al pecado, aún si eso significaba por un poco de tiempo cortar la comunión con Su Hijo. El reformador Martín Lutero se dice no haber obtenido ninguna idea cuando se recluyó a sí mismo y trató de comprender el distanciamiento temporal del Padre en el Calvario. Pero en los secretos de la soberanía divina, el Dios-hombre fue separado de Dios en el Calvario cuando la ira del Padre fue derramada en el Hijo inocente, quien se había convertido en pecado por todos aquellos que creen en Él.
“Desamparado” significa que una persona ha sido abandonada, desechada, se siente sola y desolada. Jesús debió haber tenido todos esos sentimientos y más. Su clamor en la cruz podría ser re-expresado de esta manera: “Dios mío, Dios mío, con quien he tenido comunión eterna ininterrumpida, ¿por qué me has abandonado?”. Contra ese trasfondo de intimidad ininterrumpida, el abandono de Dios hacia Jesús, se volvió en una experiencia más devastadora para Él. El pecado hizo lo que nada más había hecho o podía hacer, causó la separación de Cristo de Su Padre Celestial.
La separación de Jesús no significa en ningún sentido que Él dejó de ser Dios o el Hijo. Significa que por un rato Jesús cesó de tener una comunión íntima con el Padre, similar a como un hijo puede por un tiempo cesar de tener comunión con su padre humano. Dios tenía que darle la espalda a Jesús mientras el Hijo estaba en la cruz porque Dios no soporta ver el mal (Hab 1:13) ni siquiera en Su propio Hijo.
Cristo al ir a la cruz, tomó sobre sí “nuestras transgresiones y nuestras iniquidades” (Isa 53:5) y se convirtió en “maldición por nosotros” (Gal 3:13) y en “la propiciación por nuestros pecados” (1ª Juan 4:10). Nuestras mentes caídas como la de Lutero, no son capaces de comprender todo el significado del verso de hoy. Pero como nuestro Señor experimentó angustia por la separación debemos dolernos en cómo nuestros pecados rompen la comunión que Dios quiere tener con nosotros.
JOHN MACARTHUR - (DEV. "VIDA NUEVA PARA EL MUNDO")
“Desamparado” significa que una persona ha sido abandonada, desechada, se siente sola y desolada. Jesús debió haber tenido todos esos sentimientos y más. Su clamor en la cruz podría ser re-expresado de esta manera: “Dios mío, Dios mío, con quien he tenido comunión eterna ininterrumpida, ¿por qué me has abandonado?”. Contra ese trasfondo de intimidad ininterrumpida, el abandono de Dios hacia Jesús, se volvió en una experiencia más devastadora para Él. El pecado hizo lo que nada más había hecho o podía hacer, causó la separación de Cristo de Su Padre Celestial.
La separación de Jesús no significa en ningún sentido que Él dejó de ser Dios o el Hijo. Significa que por un rato Jesús cesó de tener una comunión íntima con el Padre, similar a como un hijo puede por un tiempo cesar de tener comunión con su padre humano. Dios tenía que darle la espalda a Jesús mientras el Hijo estaba en la cruz porque Dios no soporta ver el mal (Hab 1:13) ni siquiera en Su propio Hijo.
Cristo al ir a la cruz, tomó sobre sí “nuestras transgresiones y nuestras iniquidades” (Isa 53:5) y se convirtió en “maldición por nosotros” (Gal 3:13) y en “la propiciación por nuestros pecados” (1ª Juan 4:10). Nuestras mentes caídas como la de Lutero, no son capaces de comprender todo el significado del verso de hoy. Pero como nuestro Señor experimentó angustia por la separación debemos dolernos en cómo nuestros pecados rompen la comunión que Dios quiere tener con nosotros.
JOHN MACARTHUR - (DEV. "VIDA NUEVA PARA EL MUNDO")