jueves, 16 de noviembre de 2017

La condenación injusta 16 noviembre





“Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído su blasfemia. ¿Qué os parece? Y respondiendo ellos, dijeron: ¡Es reo de muerte!” Mateo 26:65-66 


Como muchos a través de los siglos, los miembros del Sanedrín rechazaron a Jesucristo sin juzgar justamente toda la evidencia. Linchamiento es una actividad que no escuchamos mucho hoy en día. Pero durante las generaciones anteriores, el crimen atroz ocurría regularmente. Gente inocente, o aquellos que se eran presuntos culpables, eran torturados y asesinados, generalmente por tumultos enojados y con odio. Generalmente la persona linchada era víctima del prejuicio racial o político o algún otro miedo irracional de los perpetuadores.

Los miembros del Sanedrín ciertamente tenían prejuicios contra Jesús. Ninguna cantidad de evidencia abriría sus ojos a la verdad de quién era Él. Aquellos líderes incrédulos de Israel juzgaron las declaraciones de Jesús de deidad mucho antes de llevarlo a juicio. Él incluso les dijo: "Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis. Mas si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre." (Juan 10:37-38).

En el pasaje de hoy, el sumo sacerdote Caifás reacciona enérgicamente ante la declaración de que Él era el Hijo de Dios y el Mesías (ver Mat 26:64). Caifás estaba decidido, estaba convencido de que Jesús había blasfemado, y estaba determinado a mostrar su "evidencia" para condenar a Jesús a la muerte. Caifás y el Consejo apenas podían esperar a dar su veredicto. El sumo sacerdote preguntó su opinión sobre la culpabilidad de Jesús e inmediatamente los miembros del Consejo afirmaron: "es reo de muerte".

La ironía de la condena de los líderes judíos de Jesús era su insistencia ciega de que Él era un blasfemo cuando en realidad ellos eran los blasfemos por rechazar al Señor y Su mensaje. Aún más es que cada persona que ha rechazado a Cristo también es culpable de blasfemia y sufrirá la misma suerte que los jefes de los sacerdotes y ancianos. "El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él" (Juan 3:36).



JOHN MACARTHUR - (DEV. "VIDA NUEVA PARA EL MUNDO")









TRADUCCIÓN