Cuando un
hombre (o mujer) de Dios está en formación, las fuerzas enemigas vendrán hacia
él (o ella) con gran furia.
¿Estás
saboreando una taza amarga de dolor, soportando una aterradora hora de
aislamiento y confusión? Si es así, te insto a que tomes una postura en fe: “Yo sé a quién he
creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día”
(2ª Timoteo 1:12).
Tu alma puede
no estar inundada de alegría y paz en este momento. De hecho, es posible que
todavía tengas confusión en tu alma. Si ese es el caso, mantente firmemente
arraigado en su Palabra y deja de tratar de hallar la lógica en todo ello.
Puedo
asegurarte que Dios no te ha olvidado. Él embotella cada lágrima que derramas.
Una mañana, después de predicar esta palabra por primera vez, una querida
hermana en Cristo se me acercó. Ella me dijo: “Pastor, cuando vine a la iglesia
esta mañana, estaba feliz y despreocupada. Pero cuando comenzaste a hablar
acerca de la copa del dolor, lloré por dentro. Me di cuenta de que estaba
poniendo una barrera. Mi esposo me dejó y mis hijos están en crisis. Lo he
cubierto para ocultar mi dolor. Pero, en realidad, mi alma está siendo inundada
de dolor y remordimiento”. Oré con ella en ese momento, pidiéndole a Dios que
fortaleciera su fe en él. Ella se fue con verdadero ánimo porque sabe en quién
ha creído.
Querido santo, en medio de tu batalla, haz de Jesús
la alegría y la esperanza de tu vida. “Por la noche durará el lloro, y a la
mañana vendrá la alegría” (Salmos 30:5).
Dios hace su
mejor trabajo en nosotros durante los tiempos de prueba. Permite que él cambie
tu corazón para que tus condiciones ya no te abrumen. Entonces, cuando venga lo
que venga, permanecerás por encima de todo, sentado con él en lugares
celestiales. ¡Eres el objeto de su increíble amor!
DAVID WILKERSON
- (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)