El amor de Dios
se nos transmite sólo a través de Jesucristo. Según Juan, todo el amor de Dios
mora en Jesús: “De su plenitud tomamos todos” (Juan 1:16). Tu puedes preguntar:
“¿Qué tan importante es saber que el amor de Dios se nos transmite a través de Cristo?
¿Cómo afecta esto a nuestras vidas cotidianas?”
Este
conocimiento es más que un simple concepto bíblico. Saber que el amor de Dios
nos es transmitido a través de Jesús tiene todo que ver con la forma en que nos
mantenemos en su amor. Como ves, no es suficiente para mí saber que Dios
siempre me amará y no dejará de amarme a través de todas mis luchas. Él también
quiere que su amor tenga cierto efecto en mí.
Entonces, ¿cómo
impacta exactamente el amor de Dios en nuestras vidas? No podemos mirar el ejemplo
del hombre. Hay cristianos libertinos que convertirían la revelación del amor
de Dios en una licencia para pecar. Ellos se convencen a sí mismos: “Dios me
ama incondicionalmente. Él tiene que seguir amándome a pesar de toda mi bebida,
adulterio y búsqueda de placer. Su gracia es mayor que mis pecados”. Tales
personas menosprecian el amor de Dios.
Tenemos que
mirar a Cristo como nuestro ejemplo. Jesús ya nos dijo que el Padre nos ama de
la misma manera que amaba al Hijo. Entonces, ¿qué impacto tuvo el amor del
Padre en Jesús? El fruto del amor del Padre estaba en Jesús presentando su
cuerpo como un sacrificio vivo por los demás.
Juan escribe:
“En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros” (1ª Juan
3:16). Aquí estaba el fruto del amor de Dios en Jesús. Él se entregó a sí mismo
como un sacrificio por los demás. La segunda mitad de este versículo nos dice
el propósito del amor de Dios en nuestras propias vidas. Dice: “También
nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos” (3:16). El amor de Dios
también nos lleva a presentar nuestros cuerpos como sacrificios vivos.
DAVID WILKERSON
- (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)