“Así que Jonatán le dijo a su escudero: «Vamos a cruzar
hacia la guarnición de esos paganos. Espero que el Señor nos ayude, pues para
él no es difícil salvarnos, ya sea con muchos o con pocos»” 1 Samuel 14:6
En general, cuando Dios
tiene el propósito de bendecir una iglesia, comienza de esta forma: dos o tres
personas en ella están preocupadas por la situación actual y hasta se angustian
por ello. Quizá no se comunican entre ellos ni conocen de su dolor común, pero
comienzan a orar con un deseo ferviente y una insistencia incansable. Los
motiva la pasión por ver un avivamiento en la iglesia. Piensan en esto cuando
se van a dormir, sueñan con eso, meditan en esto cuando van caminando por la
calle. Esa sola cosa los consume. Se preocupan y angustian por las almas que se
están perdiendo, sufren dolores de parto por las almas.
Cuando sale el sol, las
cimas de las montañas son las primeras en recibir su luz, y aquellos que viven
siempre cerca de Dios serán los primeros en sentir la influencia de la frescura
que vendrá. Si el Señor me diera una docena de hombres de oración
perseverantes, apasionados por las almas, por su gracia sacudiríamos Londres de
punta a cabo. El trabajo continuaría sin la mayoría de ustedes, cristianos,
quizá algunos solo estorban la marcha del ejército. Pero denme doce hombres que
sean como el león y como el cordero, que sientan un ferviente amor por Cristo y
por las almas, y nada será imposible para su fe.
(A través de la Biblia en un año: 2 Pedro 1-3)
CHARLES SPURGEON - (Devocional “A los Pies del
Maestro”)