El libro de Jueces
describe un momento en que Israel, el pueblo de Dios, que fue llamado a ser un
testimonio sobrenatural en la tierra, comenzó a comportarse engañosamente en Su
presencia. No quisieron andar honestamente con Dios y eran triviales en su
adoración a Él, si es que no abandonaban por completo la adoración a Dios.
Comportarse
engañosamente con Dios siempre resultará en falta de poder, lo que finalmente
da paso a los enemigos de esa sociedad. Por enemigos, me refiero a aquellos que
no conocen a Dios, que no tienen ningún deseo de conocerlo, y que no quieren
que nadie más esté en relación con Él. Tú y yo vivimos en un tiempo muy similar
a aquel período de tiempo en el Antiguo Testamento.
Fue durante la
temporada de cosecha que los enemigos de Israel, en este caso a los madianitas,
vinieron a devorar todo lo que estaba siendo recogido por el pueblo de Dios (Ver Jueces 6:2-3). Tenían la intención de llevar a los
israelitas a un lugar empobrecido a fin de que sean incapaces de cumplir con su
propósito dado por Dios en la tierra. Sabiendo que eran totalmente
superados en número por el enemigo, que de hecho las Escrituras describen como
tan numerosos que cubrían la tierra como la arena, los hijos de Israel empezaron
a clamar al Señor, tal como está empezando a suceder en nuestros días.
Dios escucha el clamor
de la madre soltera cuyos hijos están en las calles; el clamor del padre que no
sabe cómo va a mantener a su familia. Él oye el clamor de los que leen las
noticias y ven los horrendos crímenes que se están convirtiendo en un hecho
cotidiano en esta generación.
Mi querido amigo,
¡tenemos que orar! El día y hora demandan que aquellos de nosotros que todavía
conocemos la misericordia de Jesucristo empecemos a implorar por este país.
Creo que sólo un despertar de los orígenes del pueblo de Dios puede ofrecer un
tiempo de gracia ante los días muy oscuros que vienen. ¡Qué maravilloso sería
si en el registro de los cielos se destacara el 2014 como el año en el que tú y
yo comenzamos a orar por la gente de esta tierra con una fe y una intensidad
que sólo Dios podría habernos dado!
CARTER CONLON - (DEVOCIONAL
DIARIO “ORACIONES”)