“Aconteció que estando Jesús junto al lago de Genesaret, el gentío se
agolpaba sobre él para oír la palabra de Dios. Y vio dos barcas que estaban
cerca de la orilla del lago; y los pescadores, habiendo descendido de ellas,
lavaban sus redes. Y entrando en una de aquellas barcas, la cual era de Simón,
le rogó que la apartase de tierra un poco; y sentándose, enseñaba desde la
barca a la multitud. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro,
y echad vuestras redes para pescar. Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda
la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra
echaré la red. Y
habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía.
Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que
viniesen a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambas barcas, de tal manera que se
hundían.” Lucas 5:1-7
A todos nos gusta ser prósperos, triunfar en
los negocios o en una determinada profesión u oficio. No es común encontrar a
una persona que prefiera quedarse estancada y no prosperar económica o
profesionalmente. Prosperar en la vida es algo bueno. Dios quiere que
prosperemos. Pero es muy importante observar la manera en que se obtiene esa
prosperidad. Por medio del salmista, Dios nos da un sabio consejo. Dice el
Salmo 1:1-3: “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni
estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado;
sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de
noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en
su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará.”
Esta es una preciosa promesa de Dios. Pero
esta promesa tiene ciertas condiciones. Básicamente dice que todo aquel que no
ha estado en malas compañías, que no ha entablado amistad con los que practican
el pecado ni ha seguido sus consejos, sino que toma tiempo para leer y meditar
en la palabra de Dios y que se deleita en ella y la obedece, será favorecido. Y
termina diciendo que “todo lo que hace, prosperará.” Por el contrario, aquellos
que no actúan de esta manera tendrán un final incierto. Así lo expresa la
segunda parte de este Salmo: “No así los impíos, que son como paja que arrebata
el viento.” Y concluye diciendo: “El camino de los impíos perecerá.”
El pasaje de hoy dice que Jesús entró en una
barca que estaba cerca de la orilla del lago, la cual era de Simón. Entonces le
dijo a Simón que remara mar adentro, y echara las redes al mar. “Respondiendo
Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos
pescado; mas en tu palabra echaré la red.” Hay varios pasos descritos en este
pasaje que nos muestran ciertas condiciones previas a un milagro de Dios en
nuestras vidas. Aquellos hombres permitieron que Jesús entrara en su barca,
escucharon sus palabras y obedecieron sus instrucciones. Inmediatamente sucedió
el milagro. En el mismo lugar donde antes no encontraron un solo pez, ahora
pescaron tantos que “llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían.”
Estos hombres convivieron con Jesús por tres años,
conocieron su poder muy de cerca y experimentaron su amor. Esto no impidió que pasaran por pruebas y momentos
difíciles en sus vidas. Jesús les advirtió: “En el mundo encontrareis
aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo.” (Juan 16:33). La clave para
triunfar es “confiar” totalmente en el Señor, pues él tiene todo el poder para
llevar a cabo sus planes de bendición en nuestras vidas. Nuestro Padre
celestial nos ama profundamente. Su deseo es “llenar nuestras redes de peces” y
prosperarnos en el aspecto material, así como en el aspecto físico dándonos
buena salud. Pero en primer lugar Dios quiere prosperarnos en el aspecto
espiritual. Así lo expresó el apóstol Juan en su tercera carta: “Amado, yo deseo
que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como
prospera tu alma.” (3ª Juan 2).
¿Quieres vivir una vida próspera? Las
instrucciones de Dios están muy claras. Aléjate del pecado y de las malas
compañías, ora y lee la Biblia cada día, y medita en ella. En resumen: Deja que
el Señor entre en tu “barca”, confía en él y obedece sus instrucciones.
ORACIÓN. Padre
santo, gracias porque tú tienes planes de bienestar y prosperidad para tus
hijos. Ayúdame a seguir tus instrucciones al pie de la letra para que esos
planes sean una realidad en mi vida. En el nombre de Jesús, Amén.
ENRIQUE
SANZ – (DEVOCIONAL DIARIO “DIOS TE HABLA”)