“Alma mía, en Dios solamente reposa, porque de
él es mi esperanza. El solamente es mi roca y mi salvación. Es mi refugio, no
resbalaré. En Dios está mi salvación y mi gloria; en Dios está mi roca fuerte,
y mi refugio. Esperad en él en todo tiempo, oh pueblos; derramad delante de él
vuestro corazón; Dios es nuestro refugio.” Salmo 62:5-8
Hay una fotografía de un pequeño pajarito
refugiado en la brecha de una enorme roca. Fuera de su refugio ruge una brutal
tormenta. El agua y los fuertes vientos golpean furiosamente los alrededores
levantando hojas y rompiendo las ramas de los árboles. Sin embargo el pajarito
está seguro, tranquilo y su vida está protegida gracias a la roca sólida que le
rodea.
¿Puedes recordar algún momento de tu vida
cuando parecía que serías lanzado al aire por una tormenta física o emocional?
¿Cuál fue tu respuesta frente a esa prueba? ¿Te aventuraste a enfrentarte a
ella con tus propios medios o te refugiaste en los brazos protectores de Dios?
Cuando una tormenta golpea tu vida recuerda las palabras del pasaje de hoy. Pon
especial atención a la frase: “En Dios está mi roca fuerte, y mi refugio.” En
la fotografía mencionada arriba el pajarito no estuvo chirriando o revoloteando
intranquilamente. Todo lo contrario, él estuvo descansando sosegadamente hasta
que la tormenta pasó. Su confianza
estaba en la fuente de su protección.
El Salmo 46:1 declara que “Dios es nuestro
amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.” Si creemos
esto de corazón, como el salmista, nosotros también podemos estar tranquilos y
confiados en la protección de nuestro Dios. De esta manera nos lo ratifica el
Señor en el versículo 10 de este mismo Salmo: “Estad quietos, y sabed que yo
soy Dios.” Nuestro Padre celestial desea que, en medio de cualquier tormenta en
que nos encontremos, estemos tranquilos y conscientes de que él es el Dios
todopoderoso que nos ama y desea protegernos de todo mal. Solamente tenemos que
confiar en él.
Después que fueron liberados de la esclavitud
en Egipto, los israelitas se encontraron frente a una terrible prueba. Frente a
ellos la inmensidad del Mar Rojo y a sus espaldas el poderoso ejército egipcio
que los perseguían con el fin de aniquilarlos. En aquella situación su líder
Moisés demostró su fe y su confianza en el Señor cuando se dirigió a su pueblo
diciéndoles: “No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy
con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre
los veréis.” (Éxodo 14:13). Seguidamente las aguas del mar se abrieron en dos,
los israelitas pasaron y cuando los egipcios intentaron hacer lo mismo se
cerraron las aguas y todos murieron ahogados. Y termina este capítulo: “Así
salvó Jehová aquel día a Israel de mano de los egipcios; e Israel vio a los
egipcios muertos a la orilla del mar. Y vio Israel aquel grande hecho que
Jehová ejecutó contra los egipcios; y el pueblo temió a Jehová, y creyeron a
Jehová y a Moisés su siervo.” (vv. 30-31).
En el Nuevo Testamento leemos acerca de una
difícil situación que se presentó inesperadamente en la vida de los discípulos
de Jesús. Cuenta Marcos 4:35-41 que navegaban ellos por el mar de Galilea
cuando de repente se levantó una gran tempestad de manera que las olas
amenazaban con hundir la barca. Mientras tanto, Jesús estaba durmiendo
plácidamente a un extremo de la barca. Los discípulos, aparentemente muy
atemorizados, despertaron al Señor y le dijeron: “Maestro, ¿no tienes cuidado
que perecemos?”. Entonces Jesús se levantó y reprendió al viento. “Y dijo al
mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. Y les dijo:
¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?”
No importa cuán fuerte sea la tormenta en la
que te encuentres, declara con fe y con absoluta convicción como David en el
pasaje de hoy: “En Dios está mi salvación y mi gloria; en Dios está mi roca
fuerte, y mi refugio.” Aférrate a esa roca inconmovible, mantente firme en
medio de la tormenta, clama por la ayuda del Dios todopoderoso. Aunque no lo
veas, él está muy cerca de ti.
ORACIÓN. Padre
santo, gracias por la seguridad que me das a través de tu palabra, y por la
protección de tu compañía en momentos difíciles de mi vida. Ayúdame a confiar
cada vez más en ti y a mantenerme firme en medio de cualquier tormenta. Por
Cristo Jesús, Amén.
ENRIQUE
SANZ – (DEVOCIONAL DIARIO “DIOS TE HABLA”)