No hay nada tan
emocionante como caminar cada día con el Espíritu Santo. Movernos y respirar en
el poder de Dios. Escuchar la voz que llega a tu espíritu, luego obedecer lo
que él quiera que hagas. Ir a donde él te diga que vayas. Decir lo que él te
dice que digas. Ministrar a quien él pone en tu camino. Beber del pozo de su
sabiduría mientras él lo imparte en tu corazón y en tu mente.
“El espíritu es el que da vida; la carne
para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida”
(Juan 6:63).
Trato de nunca
cuestionar los caminos del Espíritu Santo, nunca poner en duda su dirección,
nunca dudar en dejarle guiar. Muchas personas tratan de educar al Espíritu
Santo respecto a lo que debe hacer, pero el Espíritu de Dios no nos responde a
ti ni a mí; ni nos pregunta qué pensamos acerca de sus maneras. Él sólo nos
pide que le sigamos.
La oración más
poderosa y efectiva que cualquiera de nosotros puede orar es esta: “Jesús,
suelto mi vida a la obra de tu Espíritu Santo. No tengo planes propios, no
tengo una agenda, no tengo metas que yo haya elegido, ningún deseo que no haya
sido puesto en mi espíritu por el tuyo. Renuncio al control de Satanás sobre mi
vida y a los pecados que me esclavizan. Muéstrame dónde quieres que vaya, qué
quieres que haga, a quién quieres que vea y qué quieres que diga. Ya no voy a limitar tu obra en mi vida.
¡Tómame! ¡Moldearme! ¡Úsame! ¡Guíame! ¡Hazme una vasija de tu Espíritu!
En lugar de
pasar tu vida orando por bendiciones, ora para que Dios te use para bendecir a
otros. En lugar de afanarte por sentirte cómodo, rico y bien alimentado, ora
para que Dios te use para ayudar a otros a encontrar consuelo, refugio y
comida. En lugar de buscar milagros, deja que Dios convierta tu vida en un
milagro viviente y palpable de su voluntad.
Así es como
logras un verdadero impacto en el mundo para Cristo y dejas un legado duradero.
NICKY CRUZ– (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)