“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro
tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos
asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos
en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de
él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono
de Dios.” Hebreos 12:1-2
Florence Chadwick fue la primera mujer que logró cruzar
el Canal de la Mancha. Logró esta hazaña en Agosto de 1950, nadando de
Inglaterra a Francia en 13 horas, 23 minutos. Dos años después ella trató de
nadar la distancia entre Catalina Island y Palos Verdes, California. Había
aquel día una neblina muy densa, la cual hacía que la visibilidad fuera mínima.
Después de 16 horas en el agua, Florence decidió no continuar en su empeño.
Cuando le preguntaron por qué había decidido darse por vencida, dijo que se
había desanimado totalmente, pues no podía ver claramente y no tenía la más
mínima idea de cuánta distancia había nadado ni cuánto le faltaba para llegar.
Entonces los reporteros le dijeron que al momento de abandonar su intento
estaba a sólo media milla de la orilla. ¡Qué terrible decepción! Dos meses más
tarde Florence trató de nuevo. Esta vez logró llegar a la otra orilla
estableciendo un nuevo record mundial de 13 horas y 47 minutos. Ese día también
había una densa neblina. Cuando le preguntaron cómo ella había nadado tan
rápidamente esta vez, les explicó que en esta ocasión llevaba en su mente un
retrato de la orilla a la que se dirigía, y cada vez que se sentía desanimada
se concentraba en esta fotografía mental y ponía todo su enfoque en su meta.
Por regla general la mayoría de las personas en este
mundo andan como si estuviesen rodeadas de una densa neblina; no son capaces de
ver a unos pies delante de sus ojos, hacen sus planes basados en la información
que tienen, la cual es escasa y muy superficial, y muchas veces terminan
dándose por vencidos antes de llegar a la meta, como le sucedió a Florence
Chadwick la primera vez que intentó llegar a Palos Verdes. El pasaje de hoy nos
exhorta a correr con paciencia “la carrera que tenemos por delante”, es decir
el resto de nuestras vidas, "puestos los ojos en Jesús, el autor y
consumador de la fe.” Poner los ojos en Jesús es hacerlo a él el punto central
de nuestras vidas, es mantener nuestra mirada en él y no en las circunstancias
que nos rodean. Esta debe ser nuestra estrategia si queremos tener éxito en la
vida. Si no perdemos de vista a Jesús y nos enfocamos en llegar a la meta que
Dios ha dispuesto para nosotros con toda seguridad vamos a disfrutar de esa
victoria que Cristo obtuvo para nosotros en la cruz del Calvario. Así lo
expresó el apóstol Pablo en su carta a los filipenses: “Hermanos, yo mismo no
pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que
queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al
premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” (Filip. 3:14).
En su carta a los Colosenses, Pablo nos dejó un
extraordinario consejo a todos los creyentes. Dice así: “Si, pues, habéis
resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a
la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la
tierra.” (Colosenses 3:1-2). Cada día, al levantarnos de la cama debemos poner
nuestra mirada espiritual “en las cosas de arriba”, buscando el rostro del
Señor en oración y escudriñando su palabra en busca de dirección. Al enfocarnos
en “las cosas de arriba”, entonces “las de la tierra” pasarán a un segundo
plano en nuestras vidas, y Dios no encontrará obstáculos para guiar nuestros
pasos en la dirección correcta, hacia la meta que él ha establecido para sus
hijos.
¿Cuál es el enfoque de tu vida? Si no es el Señor
Jesucristo, te encontrarás desorientado con mucha frecuencia. Necesitas cambiar
tu enfoque inmediatamente, y fijar tu mirada en el único que puede llevarte a
la meta para que disfrutes de la gran victoria.
ORACIÓN: Bendito Padre celestial, gracias por la dirección que me
ofreces a través de tu palabra. Te ruego me ayudes a mirar hacia arriba, hacia
tu trono, cuando mis ojos tiendan a mirar hacia abajo, a las cosas terrenales.
Que mi corazón, mi mente, mi espíritu, todo mi ser esté siempre enfocado en
Jesucristo, mi Señor y Salvador. En el nombre de Jesús, Amén.
ENRIQUE SANZ – (DEVOCIONAL DIARIO “DIOS TE HABLA”)
ENRIQUE SANZ – (DEVOCIONAL DIARIO “DIOS TE HABLA”)