“Simón fue al templo, guiado por el
Espíritu. Y cuando los padres del niño Jesús lo llevaron al templo para cumplir
con lo establecido por la ley, él tomó al niño en sus brazos y bendijo a
Dios...” Lucas 2:27-28ª
¿Has pensado en
lo extraño que sería sostener al niño Jesús en tus brazos como lo hizo Simeón?
Al acunar a ese pequeño Niño, estarías sosteniendo al Creador del cielo y de la
tierra, tu Salvador, quien un día habrá de juzgar a todas las personas.
Estarías sosteniendo a Aquél que te mantiene a salvo en sus manos marcadas por
los clavos (Juan 10:28). ¿Qué extraño, no?
Pero esa es la
paradoja de la encarnación. Dios vino a la tierra como un niño pequeño e
indefenso, para poder crecer y ayudarnos a todos los que estamos atrapados bajo
el poder del mal. Jesús necesitaba a su
madre para alimentarlo, para un día ser el pan de vida que nos alimenta.
Los padres de Jesús lo vistieron y protegieron, para que un día él nos vista a
nosotros con la ropa limpia y santa de su justicia y nos proteja a todos con su
presencia (Apocalipsis 7:13-15).
Y ahora que
confías en Jesús, él te invita a que lo lleves contigo todos los días de tu
vida, mientras vives y sirves en el mundo que no lo conoce. Como creyente, eres
un portador de Cristo: el mismo Jesús mora en ti. Él nunca te abandona. Lo
llevas al mundo cuando compartes el Evangelio con los demás y cuando tu forma
de actuar y hablar demuestra que eres su seguidor. Y él te lleva a través de
los momentos buenos y de los tiempos difíciles, a través de la tentación y el peligro,
e incluso de la misma muerte, para que estés con él en el cielo.
ORACIÓN. Señor Jesús, gracias por hacerme tuyo.
Ayúdame a llevarte a otros que también creerán en ti. Amén.
PREGUNTAS DE REFLEXIÓN:
* ¿Qué significa para ti que Cristo te
lleve? ¿Qué imágenes te vienen a la mente?
* ¿Qué puedes hacer hoy para acercar a
otra persona a Cristo?
PARA EL CAMINO - (DEVOCIONAL “ALIMENTO DIARIO”)