“Reconozco que tú todo lo puedes y que no hay plan
que te sea irrealizable.” Job 42:2 (Leer
Job 40:1-4)
Durante un
partido de fútbol en el cual se disputaba la gran final del campeonato, el
árbitro central escuchó durante más de 30 minutos, las incesantes quejas de uno
de los futbolistas quien protestaba por cada una de sus decisiones.
De acuerdo con
lo reportado en el informe arbitral, al llegar al minuto 35, nuevamente el
jugador protestó con ira por una de sus decisiones y fue ahí el momento cuando tomó
una decisión al respecto. Detuvo el juego, llamó al jugador y le dijo con un
tono calmado pero firme: “Muchacho, has estado tratando de ayudarme diciéndome
constan-temente cuáles faltas son correctas y cuáles no según tu punto de vista,
que curiosamente siempre está a favor de tu equipo. Te agradezco esas
sugerencias, pero debo decirte que así como tú sabes jugar bien en tu puesto de
defensa, también yo sé las reglas del juego y cómo hacerlas respetar. Así que
en este momento te voy a pedir que te vayas al cuarto de vestir de tu equipo y
les enseñes cómo ducharse, estás expulsado”.
En los últimos capítulos de su libro, Job optó por
quejarse sobre la situación que estaba pasando, la cual no le parecía justa. En su caso
muy particular Dios era su árbitro. Después de escuchar las objeciones y quejas
de Job, Dios le indicó cuál era la perspectiva correcta; fue suave pero también
firme y directo, el Señor le hizo todo tipo de preguntas para poner en el lugar
correcto al hombre finito delante del Dios infinito. Al terminar el día y ante
los argumentos de Dios, Job dejó de quejarse y encontró finalmente la paz al
rendirse ante la voluntad de Dios.
1. Señor, cuando nos quejemos por las
“injusticias” de la vida, recuérdanos cuánto dependemos de ti, y cuánto nos has
dado inmerecidamente; gracias por tu amor que llegó al punto de dar la vida por
nosotros.
2. Cuando estés tentado a quejarte,
recuerda todo lo que Jesús soportó por ti.
HG/MD -
(DEVOCIONAL DIARIO “MI DEVOCIONAL”)