Moisés buscaba de
Dios una manifestación continua de su presencia diciendo: “para que te conozca” (Éxodo 33:13). Y Dios le respondió: “Mi presencia
irá contigo, y te daré descanso.” (V. 14)
La petición de Moisés
sería más que suficiente para la mayoría de los creyentes. Todos queremos la
presencia de Dios, dirigiéndonos, guiándonos, dándonos poder y bendiciéndonos.
Realmente, ¿Qué más puede desear todo creyente? Sin embargo, tener la garantía
de la presencia de Dios no fue suficiente para Moisés. Él sabía que había algo
más, y clamó: “Te ruego que me muestres tu gloria.” (Versículo 18)
Dios le mostró a
Moisés Su gloria, pero no apareció en alguna nube luminosa ni en una
demostración de poder que hiciera temblar la tierra. No, Dios expresó Su gloria
en una simple revelación de Su naturaleza:
“Y pasando Jehová por
delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso;
tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a
millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado” (34:6-7). ¡La
gloria de Dios fue una revelación de su bondad, misericordia, amor y compasión!
He escuchado a muchos
cristianos decir, ¡“Oh, de qué manera descendió la gloria de Dios en nuestra
iglesia anoche! Hubo tal increíble alabanza y la gente caía por el Espíritu.” Pero eso no es prueba de una manifestación
de la gloria de Dios. No tiene nada que ver con Dios mas allá de las emociones
humanas. ¡No incluye una revelación de quien es Él!
Algunos pueden
argumentar: “Pero, ¿Y qué de la experiencia de los discípulos en el Monte de la
Transfiguración? ¿No era esa una manifestación de la gloria de Dios? Hubo una
poderosa luz y la aparición milagrosa de Moisés y Elías.”
Pero la gloria de
Dios no estaba en Moisés o Elías ni en la luz espectacular. Más bien, Su gloria
estaba en Jesús: “Y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se
hicieron blancos como la luz…y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este
es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd.”(Mateo 17:2, 6).
Dios estaba diciendo,
“Aquí está mi gloria personificada: ¡En Cristo!” De hecho, Jesús es el
cumplimiento de todo lo que Dios dijo que Él era para Moisés: lleno de gracia,
misericordioso, paciente, abundante en bondad y verdad, que guarda misericordia
a millares, y que perdona la iniquidad y la transgresión de pecados. Y ahora
Dios estaba diciendo: “Aquí está la imagen viviente de Mi gloria ¡Está toda
personificada en Mi hijo!”.
DAVID WILKERSON - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)
DAVID WILKERSON - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)