“Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades,
que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra. Que a nadie difamen, que
no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos
los hombres. Porque nosotros también
éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de
concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia,
aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros.” Tito 3:1-3
Tito fue uno de los hijos espirituales del apóstol Pablo.
La fidelidad y la inteligencia de Tito movieron a Pablo a confiarle misiones
especiales y a dejarlo como representante personal suyo en la isla de Creta,
para que terminara de organizar las iglesias que allí fueron fundadas. En esta
misión se encontraba Tito cuando Pablo le escribió esta epístola. Los cretenses
eran famosos por ser belicosos, violentos y rebeldes ante toda autoridad. Por
eso, en este pasaje, Pablo instruye a su discípulo que les recuerde “que se
sujeten a los gobernantes y autoridades” y que obedezcan las leyes, de manera
que sean ciudadanos ejemplares dondequiera que ellos residan. Pablo también le
dice a Tito que enfatice en las cualidades personales que han de manifestarse
en los creyentes, según el evangelio que él les había predicado, y que
estuvieran siempre dispuestos “a toda buena obra.” En resumen, nuestro
testimonio como cristianos debe influir en aquellos que nos rodean de manera
que se sientan motivados a conocer lo que causa en nosotros un comportamiento
que resalta positivamente en medio de un mundo que es cada vez más corrupto y malvado.
En otra carta escrita a otro de sus hijos espirituales
(Timoteo), Pablo escribió: “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas,
oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los
reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y
reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable
delante de Dios nuestro Salvador el cual quiere que todos los hombres sean
salvos y vengan al conocimiento de la verdad.” (1ª Timoteo 2:1-3). Es la voluntad
de Dios que sus hijos dediquemos tiempo a orar por aquellos que ocupan puestos
importantes en el gobierno de la nación en que vivimos. Todos debemos unirnos
para interceder por estos líderes pidiendo al Señor les dé sabiduría, y
sobretodo que su Santo Espíritu los mueva a conocer más de él y a aplicar los
principios divinos mientras llevan a cabo su misión de gobernar.
En el Antiguo Testamento también encontramos una
exhortación a orar por la ciudad donde vivimos. Dice Jeremías 29:7: “Procurad
la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella a Jehová;
porque en su paz tendréis vosotros paz.” Debemos interceder por la paz y el
bienestar de nuestra ciudad porque de ello depende también nuestra tranquilidad
y la de nuestra familia.
¡Qué diferentes son los principios de Dios a los del
mundo! La sociedad constantemente nos dice que lo más importante es lograr el
éxito, no importa si hay que desobedecer las leyes o decir mentiras o hacer
todo tipo de trampas. La Biblia nos dirige a una vida de obediencia y de
honestidad, siendo “amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los
hombres.” En vez de pagar con mal a los que nos hieren debemos amarlos y
bendecirlos. No debemos hablar mal de nadie, sino debemos ser amables con todos
aunque no nos traten bien a nosotros. Ser
manso requiere mucho más control de sí mismo que pelear y defenderse de las
ofensas. Jesús pudo haberse librado de la cruz, pues poder tenía para
hacerlo, pero calló como un manso cordero y se mantuvo firme en el plan del
Padre hasta sufrir la horrible muerte de cruz. Esta es la actitud que los demás
deben observar en nosotros.
Cuando obedeces las leyes de tu país, cuando eres amable
con los demás, cuando oras diariamente por los gobernantes y por la paz de tu
ciudad, cuando tu comportamiento en todos los aspectos refleja la presencia de
Cristo en tu vida, no solamente eres un ciudadano ejemplar, sino también un
buen ministro del Señor para la honra y la gloria de su nombre.
ORACIÓN: Bendito Dios, yo quiero ser ante los demás el ejemplo que
tú deseas ver en tus hijos. Por favor ayuda mi debilidad y capacítame por medio
de tu Espíritu para que mi comportamiento en todas las circunstancias
glorifique tu nombre. Por Cristo Jesús te lo ruego. Amén.
ENRIQUE SANZ - (DEVOCIONAL "DIOS TE HABLA")