¿Alguna vez has
luchado con obedecer a Dios porque realmente querías avanzar y hacer algo por
tu cuenta? De ser así, sólo puedo instarte a que examines tu llamado. Haz
exactamente lo que Dios te dice que hagas y anda exactamente a donde él está
guiando. Si estás allí ahora, estás en paz. Pero si no estás en paz, puede ser
porque no estás confiando en el Señor de la manera que deberías.
Quizás las
cosas que estás haciendo ahora en el lugar de Dios te parezcan insignificantes.
En tu mente, pueden no estar a la altura de lo que tú consideras que es tu
supremo llamamiento. Pero cuando hagas las paces con el lugar donde Dios te
envió, serás abundantemente bendecido. El
Señor “conoce tus fibras más íntimas”; y él te instruirá, te guardará y te
bendecirá más allá de lo que puedas imaginar. El punto es este: Siempre
anda al lugar (o quédate en el lugar) donde él te ha dirigido en su infinita
sabiduría. Sólo debes estar preparado para pasar algunas pruebas serias.
Leemos en el
Antiguo Testamento que muchos de los siervos de Dios dieron un primer paso de
obediencia, pero luego murmuraron y se quejaron cuando las cosas se pusieron
difíciles. Todo verdadero siervo de Dios puede pensar: “Señor, no sé si puedo
con esto. No estoy seguro de poder lograrlo”.
Pedro,
amorosamente nos advierte que a veces cuestionaremos la batalla que
enfrentamos. “Amados,
no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna
cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los
padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os
gocéis con gran alegría” (1ª Pedro 4:12-13).
Murmurar y
quejarse puede hacer que nuestros corazones se endurezcan, por lo que debemos
protegernos de ello. Cuando Dios les dice a sus siervos que confíen en él,
debemos hacer lo que él dice sin murmurar, sabiendo que lo que él tiene en su
corazón, es lo mejor para nosotros.
DAVID WILKERSON - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)