“Prosigo a la
meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” Filipenses
3:14 (Leer: Filipenses 3:7-14)
Al pasar junto a una ventana que da al exterior del
edificio donde trabajo, quedé asombrado ante la belleza de una flor que estaba
creciendo a través de una grieta en el pavimento que cubría el suelo. A pesar
de su circunstancia adversa, la planta había encontrado un punto de apoyo, echado
raíces en la árida grieta, y estaba floreciendo. Después, observé que un equipo
de aire acondicionado, ubicado justo encima de la planta, goteaba agua sobre
ella durante el día. Si bien su entorno era hostil, la planta recibía la ayuda
necesaria del agua que caía desde arriba.
A veces, crecer espiritualmente puede ser difícil, pero,
cuando perseveramos en Cristo, no hay ninguna barrera insuperable. Nuestras
circunstancias tal vez sean desfavorables, y el desánimo quizá parezca un
obstáculo. Sin embargo, si seguimos
avanzando en nuestra relación con el Señor, podemos florecer como aquella
planta solitaria. Así fue la experiencia de Pablo. A pesar de las enormes
dificultades y desafíos (2ª corintios 11:23-27), no se daría por vencido.
Escribió: «Prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también
asido por Cristo Jesús. […] prosigo a la meta, al premio» (Filipenses 3:12,
14). Como Pablo, nosotros también podemos seguir avanzando con la ayuda de
Aquel que nos fortalece (4:13).
Señor, fortaléceme hoy.
Dios nos da la fuerza necesaria para perseverar y crecer.
(La Biblia en
un año: Génesis 4–6 — Mateo 2:1-23)
ALBERT LEE -
(DEVOCIONAL “NUESTRO PAN DIARIO")