lunes, 1 de enero de 2018

¿Quién es Jesús? 1 enero


INTRODUCCIÓN A LAS DEVOCIONES DE ENERO


Juan 1-12: El amigo más íntimo de nuestro Señor



Estamos comenzando los estudios en el evangelio de Juan. Este evangelio fue escrito por el discípulo de quien se dijo: “Jesús lo amaba”. Juan era la persona más cercana a nuestro Señor durante los días de Su ministerio, así que este constituye un evangelio muy importante.

Es incalculable el tremendo impacto que hicieron sobre el apóstol Juan los tres años y medio de compañerismo con Jesús de Nazaret. Juan era un hombre viejo cuando escribió este evangelio. Creemos que lo escribió desde la ciudad de Éfeso, donde se instaló después de la destrucción del templo en Jerusalén en el año 70, para poder guiar y dirigir a la comunidad cristiana en ese gran centro romano. Escribió esto, probablemente, hacia el final del primer siglo. Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas habían sido ya escritos y estaban en amplia circulación entre los cristianos tempranos. Todas las cartas de Pablo habían sido escritas, así como todas las cartas de Pedro.

Este evangelio fue uno de los últimos libros escritos del Nuevo Testamento. A causa de que vino tan tarde, muchos sintieron que quizás Juan había olvidado algunos de los detalles de las cosas que le habían ocurrido. No recuenta muchos de los acontecimientos grabados en los llamados evangelios sinópticos de Mateo, Marcos y Lucas. El evangelio de Juan es diferente. Juan mismo nos dijo por qué escribió este evangelio:

Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre. (Juan 20:30-31)

Está claro que el método de Juan es selección, y su propósito es la regeneración: la vida en nombre de Jesús, realmente vital, excitante, convincente, gratificante, una vida satisfaciente, lo que Jesús quería decir cuando dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10b).

Aunque Juan ha permitido que pasaran quizás cuarenta o cincuenta años desde que ocurrieron los acontecimientos que grabó aquí, sin embargo debemos de acordarnos que ha estado recontando esta historia casi todos los días durante todos estos años. Era, por supuesto, ayudado por la promesa de Jesús de que cuando viniese el Espíritu, “él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan 14:26b). Los apóstoles no sólo tenían sus vívidas memorias, sino que tenían la ayuda del Espíritu para acordarse de lo que Jesús había dicho en ocasiones específicas, y meditaron muchas horas sobre esos acontecimientos. Quizás por eso Juan podía añadir conocimientos e interpretaciones a sus relatos que los otros no incluían. Todo esto fue retenido en las memorias de los apóstoles por esta constante recitación de lo que había ocurrido. A través de los años nunca se olvidaron de lo que Jesús dijo e hizo. Podemos estar seguros que este es un testimonio auténtico de un auténtico discípulo, que se acuerda clara y vívidamente de todo lo que Jesús dijo e hizo en esos maravillosos tres años y medio.







“Este estaba en el principio con Dios. Todas las cosas por medio de él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho.” Juan 1:2-3 (Lea: Juan 1:1-4)  


Juan dice sin ninguna duda que Jesús es Dios. Declara que Jesús es el Creador de todas las cosas. Esto explica la personalidad extraña y asombrosa de Jesús. Él es el originador de todas las cosas. En ocho ocasiones diferentes en el primer capítulo de Génesis dice: “Dijo Dios: ‘Sea la luz’. Y fue la luz. Dijo Dios: ‘Haya un firmamento en medio de las aguas’. Y fue así. Dijo Dios: ‘Haya hierba que dé semilla, árbol que dé fruto’. Y fue así”. El Hijo de Dios habló, y fue hecho lo que el Padre había diseñado con Su asombrosa mente.

Cualquier científico que estudie el reino natural se queda siempre sorprendido cuando contempla la complejidad de la vida, la maravillosa simetría de las cosas, lo que se encuentra tras toda la materia visible, las moléculas, el átomo, la composición de una flor o de una estrella. El orden, el diseño y la simetría de todo resulta asombrosa.

Todos nos hemos asombrado en cuanto a lo que hemos visto relacionado con algunos de los descubrimientos de la ciencia. Todo esto se hallaba en el pensamiento de Dios, pero no habría sido nunca expresado hasta que el Hijo lo dijo. Él habló, y así es como existieron todas estas cosas. De manera que este Hombre asombroso, Jesús de Nazaret, en el misterio de Su ser, no solo fue un ser humano aquí en la tierra con nosotros, nos dice Juan, sino que fue el que al principio habló, haciendo que el universo cobrase vida. Él lo entiende; sabe cómo funciona; puede dirigirlo, guardarlo y guiarlo. Al hablar, hizo que existiese.

Es más, Juan dice que Jesús lo sostiene: “Sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho”. Él es esencial para que así sea; Él es quien hace que se mantenga y hace que siga existiendo. Yo me he sentido siempre fascinado por el gran acelerador linear que se extiende por dentro de las montañas en la parte de atrás de la Universidad de Stanford. Este acelerador linear es un gran destructor de átomos, que toma la energía que se desarrolla al principio de ese gran túnel, aumentando constantemente su velocidad hasta que se aproxima a la velocidad de la luz, de modo que las partículas de la energía se estrellen en contra del blanco de un átomo. ¿Por qué es precisa tanta potencia para soltar lo que es un átomo de modo que los científicos puedan investigar los electrones, los protones y otras partículas que forman el átomo? Hace mucho tiempo que la ciencia viene haciéndose esta pregunta, pero no ha logrado dar con la respuesta. Existe una fuerza que ellos no pueden describir ni entender que mantiene todas las cosas unidas.

El apóstol Pablo nos dice que Jesús es esa fuerza: “y todas las cosas en él subsisten” (Colosenses 1:17). Hebreos dice que Él es “quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder” (Hebreos 1:3). Es por ello que no podemos olvidarnos de Jesús: nosotros estamos mantenidos aquí hoy por Su palabra y por Su poder. Es por este motivo por lo que no nos derrumbamos y quedamos hechos añicos, porque hay algo que nos mantiene en un solo ser, y es algo que procede de Él.


ORACIÓN. Señor Jesús, te doy gracias porque Tú creaste todas las cosas y Tú las sostienes. Te alabo por Tu poder, Tu sabiduría y creatividad.


APLICACIÓN PARA LA VIDA. Cuando nuestro mundo y nuestras vidas dan la impresión de desmoronarse, ¿encontramos nosotros santuario en El que todo lo mantiene unido?



RAY STEADMAN - (DEV. "EL PODER DE SU PRESENCIA")









TRADUCCIÓN