“… se
levantaron […] todos aquellos cuyo espíritu despertó Dios para subir a edificar
la casa del Señor…” Esdras 1:5 (Leer: Esdras 1:1-11)
Cuando terminan las celebraciones de Navidad, mis
pensamientos suelen enfocarse en el nuevo año. Reflexiono sobre dónde me llevó
el año que terminó y hacia dónde me llevará el próximo. A veces, estas
reflexiones vienen acompañadas de dolor y remordimiento por los errores que
cometí. Pero la perspectiva de empezar un nuevo año me llena de esperanza y
expectativas. Siento que tengo la oportunidad de empezar otra vez, sin importar
lo sucedido anteriormente.
Mi expectativa de un nuevo comienzo palidece en
comparación con el sentimiento de esperanza que tal vez tuvieron los israelitas
cuando Ciro, el rey de Persia, les permitió regresar a su tierra natal después
de 70 largos años de cautiverio en Babilonia. El Señor impulsó a Ciro para que
liberara a los cautivos, y estos volvieran a Jerusalén a reconstruir el templo
de Dios (Esdras 1:2-3). El pueblo de Dios, en la tierra que Él les había
asignado, tuvo un nuevo comienzo después de una larga etapa de dificultades
como consecuencia de su pecado.
Independientemente de nuestro pasado, cuando confesamos
nuestro pecado, Dios nos perdona y nos da un nuevo comienzo.
¡Qué gran razón para tener esperanza!
Señor, gracias por tu gracia y perdón, y por los nuevos
comienzos. Quiero caminar más cerca de ti en los días que están por delante.
La gracia de Dios nos ofrece un nuevo comienzo.
(La Biblia en un año: Génesis 1–3 — Mateo 1:1-25)
KIRSTEN
HOLMBERG - (DEVOCIONAL “NUESTRO PAN DIARIO")