“Cosas que ojo
no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha
preparado para los que le aman.” 1ª Corintios 2:9
La secuencia normal en la que el ser humano actúa
físicamente es: primero ver y después creer. Por regla general actuamos de esta
manera aún inconscientemente, es decir si no vemos aquello de lo que nos
hablan, nuestra tendencia es no creer, o en el mejor de los casos dudar. En el
aspecto espiritual, Dios espera de nosotros exactamente lo opuesto. Es
necesario creer primero para entonces ver las cosas que el Señor tiene
preparadas para nosotros. Estar convencidos de la existencia de algo que no
vemos, sobretodo de algo que parece imposible desde el punto de vista humano, es
una manifestación de fe. La Biblia dice en Hebreos 11:1: “La fe es la certeza
de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” Es decir, por medio de
la fe podemos “ver” con toda claridad aquello que “no se ve”.
También por medio de la fe somos capaces de hacer cosas
que normalmente no podemos hacer. Noé demostró su fe al construir el arca en
tierra firme, cuando nada indicaba que un diluvio iba a sumergir al mundo.
(Génesis capítulo 6). Él le creyó a Dios y luego pudo ver el cumplimiento de su
divina palabra al sobrevivir a la enorme inundación junto con toda su familia.
En Génesis 22 Dios probó a Abraham diciéndole: “Toma ahora tu hijo, tu único,
Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto
sobre uno de los montes que yo te diré.” Y a la mañana siguiente Abraham tomó
consigo a Isaac su hijo, y edificó un altar, y preparó leña para el holocausto,
“y tomó el cuchillo para degollar a su hijo.” (v. 10). En ese momento el ángel
de Jehová desde el cielo le dijo: “No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni
le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste
tu hijo, tu único.” En un momento tan crítico de su vida, Abraham recordó las
palabras de Dios en Génesis 7:12: “En Isaac te será llamada descendencia”, y
creyéndolas de corazón estuvo dispuesto a sacrificar a su hijo porque él vio
algo que humanamente era imposible ver. De igual manera Moisés, el gran líder
del pueblo israelita, fue usado por Dios para llevar a cabo hazañas
extraordinarias “porque se sostuvo como viendo al Invisible”, dice Hebreos
11:27.
En Marcos capítulo 9, un hombre se acercó a Jesús
trayéndole a su hijo, el cual estaba endemoniado desde niño, suplicándole que
lo liberara del espíritu malo. “Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree
todo le es posible. E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo;
ayuda mi incredulidad.” (Marcos 9:23-24). Entonces Jesús reprendió al espíritu
inmundo y el muchacho fue sano al instante. Y aquel hombre pudo ver lo que por
tanto tiempo deseó ver: su hijo completamente sano.
Tomás se negó a creer cuando los demás discípulos le
dijeron que habían visto al Señor resucitado. Ocho días después, cuando vio a
Jesús, entonces creyó. Por eso Jesús le dijo: “Porque me has visto, Tomás,
creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.” (Juan 20:29). El Señor
se refería a todos los que, como nosotros, han creído en Jesucristo como
salvador personal, sin haberle visto.
La Biblia nos asegura que “cuando Cristo se manifieste,
seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.” (1ª Juan 3:2), y
que Jesucristo “transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea
semejante al cuerpo de la gloria suya.” (Filipenses 3:21). A medida que
caminamos en este mundo, debemos desarrollar nuestra fe y nuestra vista
espiritual al punto de ver esas cosas maravillosas que Dios ha preparado para
nosotros.
Esforcémonos en relacionarnos con el Señor de una manera
cada vez más íntima leyendo la Biblia, meditando en ella y pasando tiempo en oración
día tras día. Así nuestra fe crecerá, y podremos ver cosas preciosas que hoy no
podemos ver.
ORACIÓN: Amante Padre celestial, yo anhelo ver las cosas que tú
tienes preparadas para mí. Abre mis ojos espirituales de manera que yo pueda
andar por fe, y no por lo que mis ojos físicos pueden ver. En el nombre de
Jesús, Amén.
ENRIQUE SANZ - (DEVOCIONAL "DIOS TE HABLA")