(Leer: Génesis
30; Marcos 1; Ester 6; Romanos 1)
“Aquella noche el rey no podía dormir”
(Ester 6:1). ¡Qué línea más elocuente! ¿Acaso pensamos que fue por
accidente?
Tanto la Biblia
como la historia ofrecen innumerables “coincidencias” surgidas de la
providencia de Dios, cuya importancia solo se disciernen a posteriori. Incluso
en este capítulo, Amán elige esta mañana en particular para presentarse
temprano en la corte, a fin de obtener permiso para ejecutar a Mardoqueo, lo
que provoca que se sea el hombre a quien el rey hace su fatídica pregunta
(6:4–6). En la meditación del 25 de enero, observamos que el momento
determinado en que se produjo la visita de Agripa II a Porcio Festo obligó a
Pablo a apelar a César, algo que le llevó a Roma. Igualmente, en la providencia
de Dios, Augusto César, más de medio siglo antes, había decretado que el mundo
romano efectuase un censo que, siguiendo las normas locales, llevó a José y
María a Belén justo en el momento del nacimiento de Jesús, cumpliéndose así la
profecía bíblica que anunció la venida al mundo del Mesías en Belén (Miqueas
5:2).
La historia
ajena al canon muestra numerosas circunstancias en que el más mínimo cambio
pudo haber alterado el curso de los acontecimientos. Si Gran Bretaña no hubiese
descubierto y descifrado los códigos de las máquinas “Enigma”, ¿habría acabado
de forma diferente la batalla de Inglaterra e incluso la Segunda Guerra
Mundial? Supongamos que Hitler no hubiese contenido sus panzers en Dunkirk,
enviando a sus aviones en su lugar. ¿Habrían muerto o capturado 150000 soldados
británicos, cambiando de nuevo el signo de la guerra? ¿No es destacable que la
persecución de los judíos por parte de Hitler llevase a algunas de las mejores
mentes científicas de Alemania a los Estados Unidos? De no haberlo hecho, es
muy posible que hubiese dispuesto de la bomba atómica antes que los
estadounidenses. ¿Cómo hubiese sido entonces la historia de los pasados
cincuenta años? Supongamos que Kruschev se hubiese mantenido firme en la crisis
de los misiles de Cuba y se hubiese producido una guerra nuclear. ¿Cuál sería
el estado actual del mundo? ¿Y si la bala disparada a Kennedy, a Martin Luther
King o al archiduque Francisco Fernando en Sarajevo no hubiese llegado a su
destino? Los cristianos sabemos con certeza que cualquiera de estos
acontecimientos y millones de ellos más, pequeños y grandes, han estado
sometidos al control de Dios.
Así pues, el
primer versículo de Ester 6 prepara al lector para el espectacular desarrollo
de los hechos en el capítulo, sumergiéndonos en muchas reflexiones útiles
relativas a la sabiduría sin igual y la particular providencia de Dios.
Después, el final del mismo no es menos elocuente: “Mientras todavía estaban
hablando con Amán, llegaron los eunucos del rey y lo llevaron de prisa al
banquete ofrecido por Ester” (6:14). ¿Qué beneficio encontrará el lector al
reflexionar acerca de este punto de inflexión?
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Carson, D. A.
(2014). "Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra". (L. Viegas,
Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 29). Barcelona: Publicaciones Andamio. En este libro,
puedes seguir un plan de lectura bíblico en un año, leyendo cada día cuatro capítulos
de la Biblia, a los que Donald Carson, añade una pequeña reflexión.
DONALD CARSON A. - (DEVOCIONAL "POR AMOR A
DIOS II")