¿ACASO LA HOMOSEXUALIDAD
ES UN
PECADO PEOR?
Por Josías Grauman
1. CUALQUIER PECADO ES CAPAZ DE
CONDENAR AL INFIERNO. Adán y Eva desobedecieron al mandamiento de Dios al comer del árbol que
Dios había prohibido. Como resultado, billones de personas terminarán en el
infierno, lo cual nos da una idea de la santidad de Dios y cómo es que él ve el
pecado.
Uno de los pasajes más claros que demuestra la realidad que cualquier
pecado nos condena es Santiago 2:10-11, en donde podemos observar cómo
el pecado coloca a todos en una misma categoría: por naturaleza y por decisión,
todos merecemos el infierno.
Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto,
se hace culpable de todos. Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también
ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te
has hecho transgresor de la ley (Santiago 2:10-11).
Sin embargo, observe como el texto no afirma que todos los pecados son
iguales, ni que uno ha cometido un pecado que también ha cometido todos los
demás pecados. El libro de Santiago no está afirmando que “si usted no comete
adulterio, pero mata, entonces también ha adulterado.” Lo que sí está enseñando
es que todo pecado, no importa que cual sea, automáticamente nos pone en la
corte de Dios como criminales, criminales siendo enjuiciados y condenados por quebrantar
la ley.
2. NO TODO PECADO ES IGUAL DE
ABOMINABLE DELANTE DE DIOS. Muchas personas citan el Sermón del Monte para decir que
delante de Dios la ira es igual al asesinato, y la codicia igual que el
adulterio. Quisiera animarlo a leer Mateo 5:21-30 más detalladamente. Las palabras: “Cualquiera que
se enoje contra su hermano será culpable de juicio” y “cualquiera que mira a
una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón”, no
afirman que el uno sea igual de abominable en la mente de Dios. Jesús no está
afirmando que el cometer adulterio en su corazón es tan detestable y atroz a
los ojos de Dios como cometerlo con su cuerpo, el cual, si eres un cristiano, es "el templo del Espíritu Santo" (1ª Corintios 6:18-20).
Dios es un juez justo, el cual juzgará a toda persona sin parcialidad —y
esto significa— de acuerdo con su propio pecado. Romanos 2:6 nos dice que Dios “pagará a cada uno
conforme a sus obras”. Juan nos dice en Apocalipsis que los libros
serán abiertos y los muertos juzgados “cada uno según sus obras” (Apocalipsis 20:13).
Estos pasajes carecen de sentido si el infierno fuese igual de terrible para
toda persona que termine allí.
Pasajes como estos demuestran claramente que existen ciertos pecados los
cuales son más horrendos delante de Dios. Otro ejemplo aún más claro se
encuentra en Ezequiel capítulo 8. Yo
le recomendaría que lea todo el capítulo si tiene dudas al respecto. Pero en
sí, Dios está describiendo qué tan profundo Israel ha caído en pecado, así que
va de un pecado a otro más feo, cada vez repitiendo a Ezequiel: “verás
abominaciones mayores que hacen éstos”. Todo pecado es una abominación y capaz
de condenar al fuego eterno, pero algunos pecados ofenden más a Dios que otros.
3. LA HOMOSEXUALIDAD ES UN PECADO
ESPECIALMENTE PERVERSO. Romanos 1 demuestra que la homosexualidad es
un pecado que se llega a cometer después de que uno ha tocado el fondo de su
depravación. Los que lo cometan continúan tanto en su rebeldía en contra de
Dios que él “los
entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que
deshonraron entre sí sus propios cuerpos” (Romanos 1:24-27). Ya que
va en contra del plan perfecto de Dios para el matrimonio, los cristianos hacen
bien al ver la homosexualidad como un pecado especialmente vil y perverso. No
sólo eso, sino que la homosexualidad jamás podrá reflejar el propósito por el
cual existe el matrimonio: representar la relación de Cristo a la iglesia
(Efesios 5:31).
4. TU PECADO ES PEOR QUE LA
HOMOSEXUALIDAD. Desafortu-nadamente,
muchos cristianos caen en la trampa de creer que las personas que practican la
homosexualidad están más allá de la gracia de Dios, sucios, y que no merecen
amor ni compasión. Pero observe las palabras de Pablo en Romanos 2:1. Justo después de haber
descrito la homosexualidad como un pecado completamente vil, declara: “Por lo
cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en
lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo
mismo.” Usted también ha quebrantado la ley; usted no es el juez, así que
cuidado.
Pero todavía más impactantes son las palabras de Cristo. Después de
haber predicado las buenas nuevas y haber hecho milagros en Galilea, dijo a los
religiosos: “Por
tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la
tierra de Sodoma, que para ti” (Mateo 11:24).
El punto de Jesús es que algunos pecados son peores que otros, y por lo tanto, Dios los castigará de manera más severa, pero Dios no necesariamente los cataloga como nosotros lo haríamos. Cuando una persona escucha el evangelio y lo rechaza, en la mente de Dios su pecado es mucho mayor que el de la persona indocta que practica la homosexualidad.
El punto de Jesús es que algunos pecados son peores que otros, y por lo tanto, Dios los castigará de manera más severa, pero Dios no necesariamente los cataloga como nosotros lo haríamos. Cuando una persona escucha el evangelio y lo rechaza, en la mente de Dios su pecado es mucho mayor que el de la persona indocta que practica la homosexualidad.
Usted, mi querido lector, está en mayor peligro de un juicio mucho más severo que la persona que está viviendo en la homosexualidad, pues usted también peca, pero lo hace bajo más luz, es decir, ha recibido un mayor conocimiento de Dios.
Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni
hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. Mas el que sin conocerla
hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se
haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más
se le pedirá (Lucas
12:47-48).
5. ¿CUÁL DEBERÍA DE SER NUESTRA RESPUESTA? No importa el pecado, sea chico o sea grande, la solución es siempre la misma: el evangelio, pues es el poder de Dios para salvación (Romanos 1:16-17). Asegúrese que lo entiende, que lo vive y que lo proclama.
5. ¿CUÁL DEBERÍA DE SER NUESTRA RESPUESTA? No importa el pecado, sea chico o sea grande, la solución es siempre la misma: el evangelio, pues es el poder de Dios para salvación (Romanos 1:16-17). Asegúrese que lo entiende, que lo vive y que lo proclama.
Finalmente, recuerde que la persona que desobedece a Dios al practicar
la homosexualidad necesita el evangelio tanto como usted y yo lo necesitábamos
antes de conocer a Cristo. Y al convertirse más popular en nuestra generación
(y aún más en la generación de nuestros hijos), debemos asegurarnos que vemos a
los que practican la homosexualidad, no como personas raras que debemos temer y
odiar, sino como un campo misionero.
Lo que ellos necesitan no es una retórica de cómo es que nuestra nación ha decaído tanto al abrazar la maldad, pues sabemos que ningún movimiento político puede salvar. Al contrario, lo que debemos hacer es confrontar su pecado y compartir el evangelio. Esto es amor. Porque sólo así Dios los ofrece que aunque sus pecados fuesen rojos como el carmesí, podrán ser limpios y hechos blancos como la nieve a través de la sangre del Cordero.
Lo que ellos necesitan no es una retórica de cómo es que nuestra nación ha decaído tanto al abrazar la maldad, pues sabemos que ningún movimiento político puede salvar. Al contrario, lo que debemos hacer es confrontar su pecado y compartir el evangelio. Esto es amor. Porque sólo así Dios los ofrece que aunque sus pecados fuesen rojos como el carmesí, podrán ser limpios y hechos blancos como la nieve a través de la sangre del Cordero.
“No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni
los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los
avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el
reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido
santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por
el Espíritu de nuestro Dios” (1ª Corintios 6:9-11).
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Josías Grauman tiene una licenciatura en idiomas bíblicos por The Master’s College y una Maestría en Divinidad (M.Div.) por The Master’s Seminary. Sirvió durante cinco años como un capellán en el Hospital General de Los Angeles, California. Después de lo que fue como misionero a la Ciudad de México. Actualmente se encuentra completando sus estudios del Doctorado en Ministerio (D.Min.). Josías y su esposa Cristal tienen tres hijos.
http://www.tms.edu/es/predicadores-y-la-predicacion/acaso-el-homosexualismo-es-un-pecado-peor/