jueves, 4 de enero de 2018

Manantiales 4 enero





"Le dijo Jesús: Ve, tu hijo vive, Y el hombre creyó a la palabra que Jesús le dijo, y se fue."  Juan 4:50


"Todo lo que orando pidieres, creed."  Marcos 11:24


Cuando tengas un asunto que requiera oración definida, ora hasta que creas a Dios, hasta que con sinceridad en tus labios le des las gracias por la respuesta. Si la contestación tarda exteriormente, no ores de tal manera que se vea que es evidente que no crees en ello. Tal oración, en vez de una ayuda será un obstáculo y cuando termines de orar te encontrarás conque tu fe se ha perdido o debilitado. La urgencia que sientes en ofrecer esta clase de oración, procede, bien de tu yo o de Satanás.

Puede ser que el mencionar dicho asunto varias veces en tus oraciones no sea equivocado, sí, El quiere que esperes, pero al hacer esto debes estar seguro de que lo haces con fe. No ores sin fe. Puedes decir a Dios que estás esperando y que aún le crees y que por lo tanto le alabas por la respuesta. No hay nada que afirme tanto la fe, como el estar tan seguro de la respuesta que puedes darle gracias a Dios por ella. Las oraciones que hacemos sin fe, niegan la promesa de Dios en Su Palabra y el susurro de Su "Sí" que sentimos en nuestros corazones. Tales oraciones son la expresión de la inquietud del corazón, e inquietud implica incredulidad con referencia a la respuesta en la oración. "Porque los que hemos creído entramos en reposo." (Hebreos 4:3) Frecuentemente, la oración que oramos sin fe, proviene de fijar nuestros pensamientos en la dificultad más bien que en la promesa de Dios. Abraham "no consideró su cuerpo," "él no dudó en la promesa de Dios." (Rom. 4:19; 20.) Velemos y oremos para que no caigamos en la tentación de orar sin fe. -C. H. P.-

Fe, no es un vestido, ni es vista, ni razón, sino confianza en la Palabra de Dios. -EVANS-.

El principio de la inquietud es el fin de la fe, y el comienzo de la verdadera fe es el fin de la inquietud. -GEORGE MÜLLER-.

Nunca aprenderás fe en lugares cómodos. Dios nos da las promesas en tiempos de paz y sella nuestros pactos con palabras divinas y favorables. Después El vuela y espera para ver lo que creemos; entonces permite que venga Satanás y la prueba parece ser que contradice todo lo que El nos había dicho. En este estado es cuando la fe gana su corona, Es el tiempo de mirar a través de la tormenta y entre el grito de los marineros temblorosos y asustados, declarar: "Creo Dios, que será como se me había dicho."



L. B. COWMAN - (DEV. "MANANTIALES EN EL DESIERTO")









TRADUCCIÓN