"Seré a Israel como el rocío" Oseas 14:5
El rocío es una fuente
de frescura. Es la provisión de la naturaleza para renovar la superficie de la
tierra. Cae de noche, y si no fuese por él, moriría la vegetación. Este gran
valor del rocío es el que se reconoce con mucha frecuencia en las Escrituras.
Se usa como símbolo de refrigerio espiritual. Lo mismo que la naturaleza está
bañada de rocío, así también el Señor renueva a los Suyos. En Tito 3:5, el
mismo pensamiento de refrigerio espiritual lo encontramos relacionado con el
ministerio del Espíritu Santo, "la renovación del Espíritu Santo."
Muchos cristianos no se
dan cuenta de la importancia del rocío celestial en sus vidas, y como
consecuencia, carecen de frescura y vigor. Sus espíritus desfallecen por falta
de rocío.
Querido lector, tú
reconoces la locura del obrero que trata de trabajar sin comer. ¿Reconoces
también la locura del siervo de Dios que trata de ministrar sin haber comido
del maná celestial? No es suficiente el que tomes alimento espiritual de vez en
cuando. Diariamente debes recibir la renovación del Espíritu Santo. Tú sabes cuando toda tu existencia se mueve
con el vigor y frescura de la vida divina, y cuando te sientes cansado y
consumido. La quietud y la absorción traen el rocío. Por la noche cuando la
hoja y la brizna reposan, los poros de los vegetales se abren para recibir el
baño refrigerador y fortaleciente, así también el rocío espiritual viene a
nosotros cuando permanecemos quietos por un cierto tiempo en la presencia del
Maestro. La prisa te impedirá que recibas el rocío. Espera delante de Dios hasta
que te sientas saturado con Su presencia; y después marcha a cumplir con tu
próximo deber con el nuevo frescor y vigor de Cristo. -DR. PARDINGTON-.
Mientras hay calor o
viento el rocío nunca se junta. Para ello la temperatura debe disminuir, el
viento debe cesar y el aire tiene que llegar a un cierto estado de frescura y
reposo, de un reposo absoluto, por así decir, antes de que pueda dar sus partículas
invisibles de jugosidad para rociar la hierba o la flor. De la misma manera la
gracia de Dios no llega a consolar el alma del hombre, hasta que no se ha
alcanzado serenamente y por completo el estado de reposo que se debe.
L. B. COWMAN - (DEV. "MANANTIALES EN EL DESIERTO")
L. B. COWMAN - (DEV. "MANANTIALES EN EL DESIERTO")