“... y es que a todos los mortales nos espera lo
mismo, y que durante toda nuestra vida tenemos el corazón lleno de maldad e
insensatez, y que al final acabamos entre los muertos.” Eclesiastés 9:3b
El mercado
nocturno de la calle Temple en Hong Kong es un lugar muy concurrido. Rodeado de
antiguos edificios de apartamentos, está usualmente repleto de residentes
locales y turistas en busca de artículos inusuales y ofertas.
Es también
donde hace unos años tuvo lugar uno de los más atroces atentados con bombas de
ácido.
Para quienes no
lo saben, y oro que ese desconocimiento se extienda a la mayoría de ustedes, un
ataque con bomba de ácido es cuando alguien arroja de lo alto de un edificio
botellas conteniendo ácido, que caen sobre las personas que pasan por la calle.
Debido a que
nadie se adjudicó los ataques, la policía asumió que no tenían motivación
política. Por otro lado, al no tener sospechosos, se cree que, quien tiró la
bomba lo hizo sólo por placer. El atacante es como el piro maníaco, sólo que en
este caso disfruta destruyendo personas, en vez de edificios.
En nuestra
sociedad actual, la mayoría de las personas rechazan la idea del pecado
original, y también la mayoría cree que el hombre es básicamente bueno. Pero no
es así. Eclesiastés está en lo correcto cuando dice: "... tenemos el
corazón lleno de maldad e insensatez".
La mayoría de
nosotros no arroja bombas de ácido. Pero todos nosotros, por naturaleza, somos
pecadores... pecadores perdidos y sin esperanza.
Es a este mundo
enfermo y pecador, que el Señor envió a su Hijo perfecto, con la misión de
rescatarnos del mal. Una misión que Jesús cumplió sin falla. Y gracias a su
sacrificio abnegado, todo el que cree en él será perdonado y recibirá su
promesa de la vida eterna junto a Dios.
En un mundo de
constantes amenazas, donde una bomba de ácido -o cualquier otra cosa- puede
cambiar nuestra vida en un segundo, necesitamos la esperanza que sólo Jesús
puede darnos.
ORACIÓN: Amado Señor, ¡cuánta pena debes sentir
cuando ves el estado de tu creación! Enviaste a tu Hijo a rescatarnos, pero son
muchos los que prefieren seguir viviendo en pecado. Te pido que me uses como tu
testigo dondequiera que vaya. En el nombre de Jesús. Amén.
CRISTO PARA TODAS LAS N. - (DEV. “ALIMENTO DIARIO”)