“Esto,
pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles,
que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido,
ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de
su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron
a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. Mas vosotros no
habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por
él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir,
despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y
renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado
según Dios en la justicia y santidad de la verdad.” Efesios 4:17-24
Cuando caminamos por un terreno cubierto de nieve o por
una playa arenosa, nuestros pies se hunden en el piso a cada paso. Y si nos
detenemos y miramos hacia atrás, veremos con bastante claridad nuestras huellas
indicando los lugares donde hemos pisado. Nuestro caminar en el aspecto
espiritual también puede dejar huellas muy visibles. Es muy importante que
andemos de manera que esas huellas produzcan resultados agradables a Dios y que
todos los que las vean sean impactados positivamente. Este es el énfasis del
pasaje de hoy. Aquí el apóstol Pablo se dirige a los cristianos de Efeso, y los
exhorta a que abandonen el estilo de vida anterior y marchen por el nuevo
camino de la vida cristiana. Les dice que ya no anden “como los otros
gentiles”, es decir como aquellos a los que no ha llegado la luz redentora de
Cristo, y por lo tanto tienen el “entendimiento entenebrecido.”
Al comienzo de este capítulo 4, Pablo nos da algunos
consejos en cuanto a cual debe ser nuestro andar en este mundo. Dice Efesios
4:1-3: “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la
vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre,
soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar
la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.” Humildad, mansedumbre, paciencia, tolerancia, amor, unidad, paz.
Estas son las principales características que deben ser parte de nuestro
caminar. De esta manera el testimonio de nuestras huellas podrá edificar a
otros. Claro que tenemos que entender que por nosotros mismos no podemos
lograrlo por mucho que nos lo propongamos, pues esto sólo es posible por medio
de la acción del Espíritu Santo en nuestras vidas, el cual produce en nosotros
su fruto y dirige nuestros pasos por el camino correcto. Así dice el Salmo
37:23: “Por el Señor son ordenados los pasos del hombre, y él aprueba su
camino.”
En su carta a los colosenses, Pablo les dice que él y sus
colaboradores no han cesado de orar pidiendo inteligencia espiritual para
ellos, de manera que su testimonio agrade a Dios en todo. Dice Colosenses
1:9-10: “Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de
orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad
en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del
Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en
el conocimiento de Dios.”
Para que seamos sensibles a la voz de Dios y sea él quien
dirija nuestros pasos conforme a su voluntad, es necesario que nos acerquemos
cada vez más a él, que le conozcamos más, que busquemos su rostro cada día, que
oremos más, que leamos más su Palabra y meditemos en ella y la apliquemos a
nuestras vidas, esforzándonos por obedecerla. A través de esta diaria comunión
con Dios seremos “llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e
inteligencia espiritual”, y todas nuestras acciones dejarán huellas similares a
las que dejó Jesús en su caminar por este mundo, para la honra y la gloria de
Dios.
ORACIÓN: Padre santo, te ruego pongas en mí la mente y el carácter
de Cristo para que las huellas que yo deje en mi andar por este mundo
glorifiquen tu nombre. En el nombre de Jesús, Amén.
ENRIQUE SANZ - (DEVOCIONAL "DIOS TE HABLA")