viernes, 26 de enero de 2018

Libro de Oro 26 enero






LA CRUZ ES NECESARIA PARA NUESTRA SALVACIÓN



1. Ahora que hemos puntualizado que la principal consideración para llevar la cruz es la voluntad divina, debemos finalmente señalar, en forma breve, la diferencia entre la paciencia filosófica y la cristiana. Muy pocos filósofos han alcanzado un entendimiento lo suficientemente elevado que les permita comprender que estamos sujetos a las aflicciones por la voluntad divina, o que es nuestro deber someternos a ella. Aun aquellos que han llegado más lejos, no sacan otra conclusión que ésta: la resignación es un mal necesario. ¿Qué significa esto, sino que debemos someternos a Dios, porque cualquier esfuerzo para resistirle es en vano? Si obedecemos a Dios, solamente por necesidad, dejaremos de hacerlo tan pronto como podamos escapar de Él.


2. La Escritura nos ordena considerar la divina voluntad a la luz de un concepto diferente; primeramente, consistente con la justicia y equidad; y, luego, destinada al perfeccionamiento de nuestra salvación. Las exhortaciones cristianas a la paciencia son, entonces, las siguientes: ya sea que seamos afligidos con pobreza, exilio, prisión, reproches, enfermedades, pérdida de los seres queridos, o calamidades similares, debemos recordar que ninguna de estas cosas suceden sin la voluntad soberana y providencial de Dios. Y Más aun, que Él no hace nada que no sea absolutamente justo. ¿No merecen los innumerables pecados que cometemos cada día una disciplina mucho más severa que la que nuestro Dios nos aflige en su misericordia? ¿No es razonable el pensamiento de que nuestra carne tenga que estar sometida, y que tengamos que acostumbrarnos al yugo, de manera que nuestros impulsos carnales no nos dominen y nos lleven a un carácter intemperante? ¿No son dignas de soportar la justicia y la verdad de Dios, a causa de nuestros pecados? No podemos murmurar o rebelarnos sin caer en la iniquidad. No escuchemos más al frío refrán de los filósofos diciéndonos que tenemos que someternos por necesidad, sino prestemos atención a este llamado eficiente y vivo; hemos de obedecer porque es incorrecto resistir. Aprendamos a sufrir pacientemente, porque la impaciencia es una rebelión contra la justicia de Dios.


3. Puesto que solo nos gusta aquello que imaginamos provechoso y próspero para nosotros, nuestro Padre misericordioso nos conforta enseñándonos que es necesario hacernos llevar la cruz, para promover nuestra salvación. Si vemos claramente que las adversidades son buenas para nosotros, ¿por qué, entonces, no sobrellevarlas con corazones tranquilos y agradecidos? Si llevamos nuestras penalidades pacientemente, no nos rendiremos ante ellas por necesidad, sino que nos someteremos sabiendo que resultan para nuestro beneficio. La conclusión de estas consideraciones es que cuanto más seamos oprimidos por la cruz, más grande será nuestro gozo espiritual, e inevitablemente a este gozo se añade la gratitud. Si la alabanza y la acción de gracias al Señor deben surgir de un corazón alegre y gozoso y no hay nada que deba reprimir tales emociones, entonces es evidente que Dios neutralizará la amargura de la cruz por medio del gozo del Espíritu.



JUAN CALVINO - (DEV. "EL LIBRO DE ORO DE LA VERD.")









TRADUCCIÓN