“Marta dijo a Jesús: “Señor, si hubieras
estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero también sé ahora que todo lo que
pidas a Dios, Dios te lo dará”. Jesús le dijo: “Tu hermano resucitará”. Marta
le dijo: “Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final”. Le dijo Jesús: “Yo soy la resurrección y
la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y
cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” Juan 11:21-26 (Lea: Juan
11:1-54)
Marta saluda a
Jesús con una frase que debió de estar frecuentemente en sus labios cuando
Lázaro se puso enfermo: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría
muerto”. Yo no creo que esta sea una expresión de reproche. Marta no está
diciendo: “¿Señor, por qué no has venido antes? Te mandamos a llamar, y si tú
hubieses respondido, no nos encontraríamos en esta espantosa situación”. Está
claro que ella se da cuenta de que Él no recibió el mensaje hasta después de
que Lázaro hubiera muerto. No había manera de que Él pudiese haber contestado y
llegado allí antes de que Lázaro muriese. De modo que lo que dijo Marta no fue
un reproche, sino más bien expresó lo que lamentaba: “Señor, cuánto he deseado
que hubieras estado aquí porque, si así hubiera sido, mi hermano no habría
muerto”.
Entonces ella
continúa, diciendo: “Pero incluso ahora, cualquier cosa que le pidas a Dios,
Dios te lo concederá”. Muchos preguntan al llegar a este punto: “¿Qué es lo que
ella esperaba? ¿Qué es lo que ella deseaba de Él?”. Algunos dicen que ella
realmente esperaba que Jesús resucitase a Lázaro de entre los muertos, pero da
la impresión de que no ven las cosas claras, porque a continuación Jesús dice: “Tu
hermano resucitará”. Si Marta hubiese tenido la menor idea de que esto era algo
que iba a suceder, entonces ella habría dicho: “¡Qué maravilloso, Señor! Eso es
exactamente lo que yo esperaba que hicieses ahora que has venido”. Pero ella no
dice esto; lo que dice es: “Sí, lo sé. Él resucitará de nuevo en el día final”.
No, Marta no está esperando que su hermano sea resucitado de inmediato.
Entonces, ¿qué
es lo que ella estaba esperando de Jesús? ¿Qué quiere decir con las palabras:
“Pero también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará”. Tenemos
que llegar a la conclusión de que ella está esperando recibir Su consuelo, la
liberación que puede conceder Dios a un corazón atormentado y entristecido,
destrozado por el dolor, anticipando la soledad y el vacío de los días futuros.
Dios puede darnos una maravillosa paz interior; son muchos los que han sido
testigos de ello.
Al escuchar
esto nos damos cuenta de que la fe de Marta la ha depositado exactamente donde
la nuestra está con frecuencia, en lo que ella creía que iba a suceder, no en
quién es Jesús y con quién está tratando. ¿Cuántas veces se ha dicho usted a sí
mismo: “Sé que Dios ha obrado en el pasado y sé que volverá a hacerlo de nuevo
en el futuro, pero hoy, da la impresión de que este no es el día de los
milagros”? Al enfrentarnos con la lucha diaria de la vida, nuestro mundo parece
estar tan falto de milagros que pensamos: “Esos días han quedado atrás. Dios no
puede obrar ahora, pero lo hará algún día”. Esta es la fe de Marta, algo que tiene
que ver con el futuro, con la resurrección del último día. La teología de ella
es correcta, pero ella se ha olvidado de que Dios está exactamente ahí, en el
momento presente.
Es acerca de
esto que Jesús le llama la atención. Fíjese usted en cómo Él cambia el tema del
presente a Su Persona, con las palabras: “Yo soy la resurrección y la vida; el
que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí,
no morirá eternamente. ¿Crees esto?”. Hasta en la gramática de este pasaje el concepto
más importante se encuentra en la primera palabra: “Yo soy la resurrección y la
vida”. Jesús está diciendo que dondequiera que Él se encuentre, ¡cualquier cosa
que Dios haya hecho o que pueda hacer sucederá! Es en esto en lo que debemos de
depositar nuestra fe, y es lo que deberíamos de recordar.
ORACIÓN. Padre, te doy gracias por esta palabra
de estímulo, por recordarme el increíble poder de nuestro Señor, que es el
Señor de la vida y de la muerte.
APLICACIÓN PARA LA VIDA. ¿Sirven
nuestros conceptos teológicos para limitar las expectativas y o experiencias de
la sabiduría y del poder soberano de Dios? ¿Vivimos nosotros cada día sintiendo
gozo y confianza en Sus planes?
RAY STEADMAN - (DEV. "EL PODER DE SU
PRESENCIA")