“Jesús les respondió diciendo: ―Ha llegado la hora
para que el Hijo del Hombre sea glorificado. De cierto, de cierto os digo que
si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo, pero si muere,
lleva mucho fruto.” Juan 12:23-24 (Lea: Juan 12:12-36)
Jesús comienza
Su enseñanza aquí con las palabras que requieren que le prestemos toda nuestra
atención: “De cierto, de cierto os digo...” Siempre que se encuentre usted con
estas palabras, présteles mucha atención porque lo que sigue es de gran
importancia: “a menos que el grano caiga y muera, permanece solo”. ¿Qué quiere
decir con esto? Está hablando acerca de Sí mismo. Él es el grano de trigo. A
menos que Él esté dispuesto a morir, a menos que vaya a la cruz, que Él ve en
el futuro muy cercano ante Sí mismo, todo Su propósito en venir a este mundo no
servirá para nada y permanecerá solo, “pero si muere, lleva mucho fruto”. Ve a
los griegos que le estaban viendo como los primeros frutos, el símbolo de la
gran cosecha de la tierra para la que Él vino.
Es posible que
pensase en algo parecido a esto: “Estos griegos han pedido verme. ¿Qué
significa ‘verme’?”. Imagínese usted en su mente un grano de trigo. ¿Puede
usted ver ese grano, tan diminuto, pero al mismo tiempo tan evidente? Usted
puede ver exteriormente lo que es, ¿pero puede usted realmente verlo? No, a fin
de poder verlo es preciso que lo plante usted en la tierra fría y oscura. Si lo
observa usted, aparecerá por fin un retoño verde y a continuación la hoja y
luego la planta, seguida por el tallo y finalmente la cabeza. Por fin se vuelve
dorado y ha llegado el momento de la cosecha. Con todo y con esto, ¿ha visto
usted todo en este grano de trigo? No, todavía no. Es preciso que, para
empezar, plante usted los granos de esa cabeza dorada una y otra vez, y por
fin, cuando se ponga usted un día junto a un campo brillante de trigo, que se
menea con la brisa, dorado por el sol, podrá decir usted que ha visto un grano
de trigo. Usted ha visto todas sus posibilidades; todo ello se ha desplegado y
ahora es visible a los ojos. Eso es lo que quiso decir Jesús. El mundo no vería
todo el resultado de Su obra y de Su vida hasta que no fuese a la cruz.
Si Él no
hubiese muerto en la cruz y sido enterrado, es muy posible que nosotros no
supiésemos nada más acerca de Él de lo que sabemos de otros grandes dirigentes
religiosos como Buda, Mohammed o Confucio, y posiblemente no habríamos oído
hablar acerca de Él. Tan escasos fueron los resultados de Su enseñanza que
solamente un puñado de personas se mantuvieron junto a Él hasta el final. Pero
debido a la cruz Él pudo hacer algo que de otro modo jamás podría haber hecho:
pudo compartir Su vida con millones de personas. ¿Cómo podemos nosotros
explicar personas como Lutero, Calvino, Knox, Zwinglio y otros que cambiaron
todo el mundo occidental durante su vida? ¿Cómo explicamos nosotros el impacto
que han tenido hombres como los hermanos Wesley? ¿Cómo podemos explicar el
cambio en el verdugo de la administración de Nixon, Charles Colson, que cambió
el sistema de prisiones en este país en el nombre de Jesús? ¿Cómo podemos
explicar Solzhenitsyn, la Madre Teresa y millones que a diario proveen
evidencia de una vida transformada? Todo ello se produce gracias a la cruz y la
resurrección de Cristo que lo confirman. Dios nos está diciendo a nosotros en
este relato que el único camino a la gloria es morir.
ORACIÓN. Señor Jesús, te doy gracias porque
estuviste dispuesto a morir para que fuese posible una cosecha de almas.
Enséñame a estar dispuesto a morir, para que la cosecha de almas fructifique.
Enséñame a tomar mi cruz a diario, para que yo también pueda dar fruto.
APLICACIÓN PARA LA VIDA. Jesús enseñó y
demostró la asombrosa realidad de que Su muerte era necesaria para nuestro
nuevo nacimiento en Su Vida de Resurrección. ¿Hemos captado nosotros la visión
de la vida de la semilla que cede ante la muerte, de modo que podamos disfrutar
el gozo y cumplir con reproducir Su vida en y por medio de nosotros?
RAY STEADMAN - (DEV. "EL PODER DE SU
PRESENCIA")