Vemos en Hechos
6 que los apóstoles tuvieron que elegir lo que muchos han venido a llamar, los
primeros diáconos. Hubo una disputa entre los judíos griegos y los judíos
hebreos acerca de la equidad del sistema de distribución de alimentos. Los
apóstoles decidieron nombrar a ciertos hombres para encargarse de dicha tarea,
de modo que la distribución de alimentos recibiera la atención adecuada
mientras los apóstoles continuaban enfocándose en “la oración y el ministerio
de la palabra” (v. 4).
Los apóstoles
dijeron: “Buscad,
pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de
sabiduría” (v. 3, énfasis añadido). El reparto de comida era una
tarea sencilla; aun así, los apóstoles sentían que estar lleno del Espíritu o
ser guiado por el Espíritu era un requisito necesario para manejar sabiamente
ese simple trabajo.
Comparemos esto
con algunas de nuestras prácticas contemporáneas para contratar gente en las
iglesias. Al seleccionar a las personas para cargos profesionales en el
ministerio, usualmente buscamos primero las cualidades educacionales. Aquellos
que han obtenido un título de seminario se convierten en los principales
candidatos para dirigir al pueblo de Cristo, a menudo sin que nadie haya
discernido si estos líderes potenciales muestran evidencia de ser guiados por
el Espíritu. Estos candidatos pasan por una serie de pruebas psicológicas para
ver si son compatibles con el ministerio, como si la ciencia fuera el factor
decisivo en la sabiduría. Pero en la iglesia del Nuevo Testamento, incluso el
trabajo de distribuir comida a las viudas requería líderes que estuvieran
guiados por el Espíritu y llenos de sabiduría.
Si todos los
creyentes estuvieran llenos del Espíritu Santo, si todos en la comunidad fueran
guiados por el Espíritu, los apóstoles no habrían establecido tal calificación.
De hecho, sería totalmente absurdo. Imagínalos decir: “Escoge a siete personas
que están respirando”. Sin embargo, ser cristiano no garantiza necesariamente
que una persona viva una vida guiada por el Espíritu. Uno debe pasar tiempo en
la presencia de Dios hasta que sea “investido de poder desde lo alto” (Lucas
24:49).
JIM CYMBALA - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)