PELIGRO DEL CULTO A PERSONAS
“De manera que ni el que siembra ni el que riega
son nada, sino que Dios lo es todo…” 1ª Corintios 3:7 (Leer: 1 Corintios 3:1-9)
Miramos, sin
decir nada, el crecimiento de la apostasía en el medio evangélico. Una de estas
señales es el culto a la personalidad. Predicadores y músicos son tratados como
estrellas de cine. Se ven a sí mismos como estrellas. Sobresalen como iconos,
elevados por el pedestal. Cobran grandes cheques para presentarse. Son
vendedores ambulantes de la fe, comercializadores de la teología de la
prosperidad, exaltan su propio nombre. Muchas iglesias cometen este terrible
error de poner a sus líderes en esta peligrosa situación, convirtiendo a sus
pastores en iconos, ungidos intocables y dirigentes de la iglesia. Nada es más
ofensivo que ensalzar al hombre en lugar de dar toda la gloria a Dios.
La gloria dada a la vanagloria del hombre, es una
gloria vacía, es idolatría, es una abominación a Dios. Cuanto más
grande es el ministerio de un líder, más humilde debe ser éste. Dios no
comparte su gloria con nadie. El que planta y riega no es nada, sino Dios, que
da el crecimiento. Centrar nuestra atención en el hombre, deshonra a Dios.
Siempre que la iglesia comete este error, necesita una nueva reforma, porque la
iglesia tiene una sola cabeza, un señor: Jesucristo. El reino de Dios, es una
pirámide invertida. ¡Todo el que se ensalza, será humillado y el que se humilla
será ensalzado!
Necesitamos
Dios nuestro poner nuestra mirada en lo alto, donde está Dios reinando sobre toda
la creación. Cuando nos humillamos somos capaces de depender más de Dios.
MINISTERIO REFORMA - (DEVOCIONAL “CADA DÍA”)