En el tercer
capítulo de Hechos, después de que Pedro y Juan sanaron a un mendigo paralítico
en la puerta que daba al templo, varios espectadores quedaron asombrados al
verlo. Habían conocido al hombre durante años, y la sanidad era innegable.
Cuando las personas preguntaron a los discípulos al respecto, Pedro les dijo: “Varones
israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? ¿O por qué ponéis los ojos en nosotros, como
si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste? El Dios de
Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su
Hijo Jesús” (3:12-13).
Cuando Dios
decide mostrar su poder en la presencia de los incrédulos, lo hace por una
razón. La intención es glorificar a Jesús, atraer a las personas a sí mismo,
para darnos una pequeña mirada de cómo será el cielo. Él quiere demostrar las
asombrosas posibilidades que le esperan a quienes eligen servirle. Él está
mostrando su autoridad completa y vasta sobre el mundo natural y cuando decide
hacerlo, no estamos en la posición de cuestionar o manipular la situación.
Debemos aceptarlo y darle el reconocimiento y la alabanza que él merece.
Tristemente, he encontrado más resistencia al poder
sobrenatural de Dios desde dentro del cuerpo de Cristo que desde fuera de él. Muchos
creyentes son escépticos porque no han visto a Dios obrando tales milagros en
sus propias vidas y dudan que lo haga en las vidas de otros.
Esto solía
preocuparme mucho, pero ahora elijo simplemente seguir adelante, continuar
ministrando y predicando y moviéndome en el Espíritu de Dios. Si otros buscan
el poder y el Espíritu de Dios, él se los revelará.
Propón en tu
corazón que no te perderás el gozo y el poder que Cristo puede traer a tu vida.
¡Abre tu corazón y acéptalo!
NICKY CRUZ - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)