“Exhorto ante todo, que se hagan rogativas, oraciones,
peticiones y acciones de gracias por todos los hombres.” 1ª Timoteo 2:1
(Lea: 1ª Timoteo 2:1-7)
Llegamos ahora a la
segunda asignación que le hizo el apóstol a Timoteo, que es poner en orden la
adoración pública de la asamblea en Éfeso. Este es un tema relevante, debido a
que es el motivo por el que nos reunimos todos los domingos por la mañana. La
adoración pública es una indicación muy reveladora de lo que está sucediendo en
una iglesia.
Pablo ofrece aquí una
breve lista de prioridades de los elementos que deben de enfatizarse. Primero,
menciona la oración pública. El pueblo de Dios se encuentra con Dios mismo a
favor de los demás cristianos y personas por todo el mundo. La oración debe
recibir énfasis cuando se reúne la iglesia.
El apóstol coloca la
oración lo primero por dos buenas razones, y una de ellas es que la oración
enfoque los corazones y los ojos de las personas en Dios desde el principio. Lo
que hace que un culto en la iglesia sea diferente al Club Kiwanis o al Rotario
o cualquier otro grupo seglar es que se reconoce a Dios, que está entre
nosotros. El reconocer el poder, la belleza y la libertad que la presencia de
Dios imparte es crear de inmediato un sentido de la realidad y de la vitalidad
en un culto.
Segundo, empezar el culto con oración significa que
colocamos nuestra propia humanidad en perspectiva. Cada uno de nosotros se
deja alguna situación en el hogar en el que estamos al menos parcialmente
involucrados. A lo mejor estamos pensando en los platos sucios en el fregadero,
el tener que luchar para conseguir que los niños estén vestidos para poder
venir a la iglesia, el hecho de que el coche apenas si tenía gasolina o una
llamada telefónica que nos ha trastornado. Pero cuando nos reunimos y comienza
el culto, reconociendo la presencia de Dios, entonces todos esos problemas
palidecen y empezamos a verlos en su justa perspectiva. Dios y Su Palabra, lo
que estamos haciendo con nuestras vidas, quienes somos, cómo se pretende que
debemos de funcionar, todas estas cosas empiezan a tener una mayor importancia
en nuestra opinión cuando vamos a la iglesia.
Sé que muchos
cristianos creen que no necesitan ir a la iglesia, que pueden adorar a Dios
exactamente igual quedándose en casa, trabajando en el jardín o viendo la
televisión. Hay un cierto grado de validez en cuanto a que Dios no se encuentra
sólo en la iglesia. Pero hay un motivo por el que las Escrituras nos dicen: “no
dejando de congregarnos” (Hebreos 10:25). De alguna manera, cuando nos reunimos
y concentramos nuestra atención en la grandeza de Dios, hay un ministerio en
nuestros propios corazones que ninguna otra cosa puede transmitir.
Con frecuencia el ir a
la iglesia resuelve los problemas de la vida. Tenemos una perspectiva diferente, vemos soluciones que no habíamos
visto con anterioridad. Esta es la experiencia continua y frecuente del
pueblo de Dios. En el Salmo 73 el salmista habla acerca de cómo estaba luchando
con problemas en su vida a los que no podía encontrar la respuesta “hasta que,
entrando en el santuario de Dios, comprendí el fin de ellos” (v. 17). Allí pudo
ver las cosas en su justa perspectiva. Así que cuando se reúne el pueblo de
Dios, lo primero en lo que debemos de concentrarnos es en la oración y en
reconocer la presencia de Dios.
ORACIÓN. Señor, enséñame a poner lo primero primero cuando me reúno con Tu pueblo para acudir a Ti en oración.
APLICACIÓN PARA LA VIDA. La oración es el reconocimiento del carácter y la presencia de Dios. ¿Qué prioridad tiene este encuentro que transforma la vida en nuestras vidas diarias?
RAY STEADMAN - (DEV. "EL PODER DE SU PRESENCIA")
ORACIÓN. Señor, enséñame a poner lo primero primero cuando me reúno con Tu pueblo para acudir a Ti en oración.
APLICACIÓN PARA LA VIDA. La oración es el reconocimiento del carácter y la presencia de Dios. ¿Qué prioridad tiene este encuentro que transforma la vida en nuestras vidas diarias?
RAY STEADMAN - (DEV. "EL PODER DE SU PRESENCIA")