Tomamos la
decisión de vivir nuestras vidas llenos de temor y preocupación o con confianza
en Dios. Si dejamos que una cosa nos preocupe hoy, mañana serán dos cosas las
que nos preocuparán. En resumen, nuestros temores continuarán creciendo a
medida que vengan las oleadas de problemas. Y entonces, si nuestros temores no
son controlados, nuestra mente preocupada continuará descendiendo a un pozo sin
fondo.
Simplemente
debemos convencernos de que somos amados por nuestro Padre celestial, sin
importar cuán feroces sean nuestras pruebas. Podemos escuchar voces de miedo
clamando en medio de las crecientes oleadas de problemas, pero David ha
testificado claramente: “La voz de Dios es oída por encima del diluvio” “Jehová
preside en el diluvio, y se sienta Jehová como rey para siempre” (Salmos
29:10).
Cuando vienen las inundaciones devastadoras de la
vida, las personas experimentan un “eclipse de fe”. Los
testimonios que he escuchado, todos tienen algo en común: Una noche oscura del
alma. Con los años me he convencido de que cada fiel siervo de Cristo se
enfrenta a una crisis de este tipo en un momento u otro. He hablado con
aquellos que describieron un período en el que todo parecía estar bajo una nube
de oscuridad y la voz de Dios estaba callada. Hicieron todo lo que sabían para
tratar de escuchar del cielo, pero la oscuridad solo continuaba.
Es justo en
esos momentos, que las Escrituras dicen que debemos conocer y creer en el amor
que Dios tiene por nosotros. Cuando nuestro mundo se torna al revés, nos
volvemos más vulnerables a las mentiras del enemigo. Satanás intentará usar
nuestras crisis para llevarnos al abismo de la desesperación. Durante esos
momentos es vital que recurramos a nuestro conocimiento del amor de Dios por
nosotros.
En mi vida, he
tenido muchas pruebas arrojadas hacia mí. Y esta es la única verdad que me
ancló en todo: Dios me ama en todo momento, durante cada prueba de la vida.
DAVID WILKERSON
- (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)